miércoles, 30 de enero de 2008

colada


qué tiene la ropa tendida que tanto me atrapa...

cualquier sitio donde se extienda una cuerda con prendas colgadas lo retrato con mis ojos. capturo la imagen para mi archivo de bienestar. una torre de viviendas celda, una medianera con desconchones por repintar con un pequeño vano en lo alto, cuatro palos mal erguidos en la campa trasera de un local.
la ropa cuelga boca abajo movida por la brisa. sujeta por las pinzas me habla de quien la limpió. por lo tendido imagino si son varios en la casa, si tienen niños o si fueron al mar. adivino qué día desvisten la cama y si tuvieron comida familiar. intuyo por lo que cuelga las edades de sus perchas. incluso juego a apostar el humor con que se han levantado los días previos a la colada.

me gusta poner lavadoras. buscar ropa en el saco de lo sucio y si no da para completar el tambor recolectar más prendas por toda la casa. el tiempo que dura el lavado siento que estoy haciendo algo bueno. el sonido del agua entrando para mojar la ropa me salpica de energía y no sé bien por qué. cuando necesito dejar de sentir que falta algo para cumplir con el día y con mi casa cargo de jabón y ropa la máquina y programo un rato de giros y centrifugados. al rato me olvido del placer extraño y de pronto recuerdo como sorpresa que me queda un capricho más. me falta una segunda parte. tender lo lavado tiene una ceremonia importante y por herencia de mi madre más. ha colgado siempre una misma prenda con pinzas igualmente coloreadas. dos verdes para un vaquero y dos rosas para otro de pana. las sábanas piden tres o cuatro pero también iguales. y el orden de las prendas es también crucial. en el extremo lejano lo más grande o pesado por más mojado; terminará más tarde en secar. y así conformo mi hilera limpia ya de lo antiguo dispuesta a estrenar.

de todos los tendales prefiero sin duda el plantado en la azotea. una terraza grande con cuerdas dispuestas a la espera de varios juegos de sábanas. el aire de lo más alto azotando que para eso es azotea. y las telas bailando con su peso cada vez más ligero. mi mente recorre ese lugar cuando quiere calma. busco entre las divisiones colgadas mi descansar. la ligera humedad de lo lavado con ráfagas de perfume enjabonado me hace extender los brazos y mis yemas acarician apenas esas paredes de mi laberinto momentáneo. son más de dos cuerdas con prendas atravesadas por el sol. son más que ropa lavada. son todo un ejercicio de limpieza de cabeza para acabar con lo acabado. los calcetines pisarán mejores días, la blusa abrazará nuevos abrazos, la sábana encimera esquivará las malas madrugadas.

confieso que en mi álbum mental recuadro las coladas con alguna prenda rayada. colada tendida y con algo a rayas para mí -me lo tendré que hacer mirar- es lo más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...a mi la colada me "lleva" a un pueblo...me huele a pueblo...hace mucho que no huelo las sabanas blancas y grandes tendidas en las verdes praderas donde nació y se crio el Chaparro...famoso torero

larraitz con pompa dijo...

eh! que ya sé quien es tu padre!!! gran torero esquiva envites.
me alegro si te he acercado un poco a ese pueblo.
bienvenidas tu madera vieja y tu muelle