domingo, 16 de enero de 2011

claves

siete notas para los diez dedos. pero son más. son las negras y son las blancas. están los bemoles y los sostenidos. y dudo que alguna vez llegue a asumir como no prodigioso el arte de hacer melodía de unos dígitos danzando sobre las teclas. esas caricias y golpes sin posar si quiera la vista logran que admire como sobrehumano el don de tocar el piano.

doce campanadas como excusa para juntarse. primero diez y luego la otra parte. antes de la docena la noticia rodeando la mesa. tras las campanas lo nueva a lo largo del tablado.
seis y pico meses presentan _ahora_ en cuatro cuadernos decenas de ideas y planes. y la partitura esbozada que ha de ser más que un previo recoge corcheas, puntos y silencios dando forma a los sueños.

el ébano y el marfil casan en perfecta armonía según decían. y cuando levanta la tapa un no instruido no ve más que posibles caminos que ha de posar no cayendo en el ruido.
el banco frente al instrumento es alargado para invitar a ocupar de lado a lado su frontal dentado largo. junto al aspirante a pianista en intento el asiento convida otro cuerpo con dos brazos y otros diez dedos para saber cuál de las teclas tocar ante las dudas.

un proyecto recibe en desnudo lienzo mil bombardeos propios y ajenos. la voluntad de bien hacerlo genera intenciones. y frente a las exógenas aparecen los frenos.
cuando a la pieza se le suman sonidos puede perderse el sentido. para completar el solfeo ofrecían los cursos de armonía y a eso no todos accedieron. sobre el tendal de las cinco líneas las notas esperan el sol de agosto. y cuando se tienden más prendas hace falta el acuerdo para apañar acordes. para eso las manos con las vías abiertas.

dos que dibujan han de saber bien la música que buscan. las muchas voces _incluso las internas_ que poco o pronto se suman pueden hacer tantas diversas versiones que la pareja que desea puede perderse en la pista.
si están para hacer sonar una pieza no deben perder la cabeza pensando en los dedos.
es fácil pisar una tecla más a la izquierda o pulsar la ancha en lugar de la estrecha, pero si se tiene el foco bien descrito en el mapa el ruido que salpica pasa de largo.

algunos dientes mellados no pueden asustar a las yemas que buscan el frío blanco. si pisan madera _como en we_heart_it_ deben saber que saldrá la nota buscada de la misma manera.
que lo que hace años pudo ser un inmaculado y perfecto piano luzca hoy huellas no lo hace menos válido.

todas las escuelas dictaron la letra de una canción que todas esperan. y cuando llega la fecha en la que ha de sonar en tono los oídos no trabajan y lo mudo desmonta.
detenerse ante el público que calla es lo que hace que el pánico se marche. respirar y entonar lo que dentro suena se hace everest cuando la prometida banda sonora enmudece.
centrar el deseo en la nueve_punto_seis de la bienquerida será la respuesta.

ochenta y ocho teclas dispuestas para los veinte dedos que sueñan. en singular o en pareja hacen sonar dos hileras.
echando de menos los dúos y las complicidades hermanas la asunción se atraganta. y con el nudo impidiendo a ratos seguir el pentagrama el banco recuerda que no tiene más de dos plazas.
las corales voces que quieran sonarán en las claves que sepan.
que los que ahora descuentan hasta lo concertado prefieren la clave de fa por subir dos notas al sol más reluciente. que en el año estrenado _y con esta canción por delante_ el trece reparta suerte.