domingo, 30 de agosto de 2009

verano

las bicicletas son para el verano. supe de ello _de oídas_ por primera vez con doce y junto a una ría. lo escuché pero yo sentencio otra frase para el estío.

el último baile está sonando. apenas horas restan para el retorno al cotidiano del curso, a los horarios, agendas, cronometrados. y mis zapatos se inquietan. cada tema que invita a pista comienza a perder lentejuelas. los hombros empiezan a pedir abrigo. y el reloj se hace visible en lo iluminado del salón disco. cuenta atrás y los bajos salpicando los adentros. one day to go y mi estrujado corazón.

antes se volaba sin casco. era cuando se esquivaban a los polis como si fuéramos cacos. cuando ser dos en las mismas ruedas era peor que romperse la cabeza para quien amenazaba las calles del pueblo con su libreta y sermón uniformado.
volábamos de abril a marzo. con el sol o bajo niebla helada. nuestros cuerpos emparejados _desnudos o con bufanda_ alzaban el vuelo en la escasa cilindrada con la más crecida vida. pero el sonido, la banda sonora de nuestros recorridos no eran igual en el bochorno que en el frío. era volar en ambos. pero no el mismo.

domingo con las ventanas despiertas y las campanas hablando. hoy hablan de deshacer maletas _como si las hubiera_ y programar alarmas. la luz acaricia y anima al paseo de pies sin traje. pero agosto agoniza y mi ansiedad fabrica un imaginario carrusel deportivo arrinconándome hacia el lunes. no escucho lo que susurraba dulce el aire de los días pasados. oigo autopista, engranajes, la prisa, los paraguas, la parada solicitada, el pitar de la otra línea...

desde siempre. e imagino que nació en las noches del silencio que regalan los veraneos... desde no recuerdo cuándo la moto es la banda sonora del calor y el descanso. la música de junio a septiembre. el rumor del relax y el parón.

en eme_de_marta encontré dos enfrentadas motocicletas. la negra charlando con la aguada de carmín en los labios. como si fuera ayer cuando dejaron la conversación colgada. como si no hubiera pasado el tiempo. nada. detenidas, aparcadas, tomándose el encuentro con calma. cara a cara. extrañadas.
las veo en londres. con vecinos en entresuelo. con las rejas de los que sostienen la privacidad a intervalos. con el rocío del clima inglés. como varadas junto al guadiana, que está y se va, que vive octubre y quiere junio.
están. prudentes. con la distancia excusada por el paso en servidumbre. con la entrada justificante. queriendo acercarse. sin valor para cerrar el paso. sin avance para el contacto cercano.
medio mod a ratos. de otra era ella. el mismo motor con distinto chasis. no iguales carcasas. pero el mismo uso, idéntico ruido a pesar de los rodajes. el escenario de uno en patchwork. muchos aplausos y al final solo y sentado. la escena de ella a retales. con más silencios y cediendo su lado.

antes del empieza de nuevo lo duro hago mi oído más agudo. le exijo tino. pido la brisa que frene los minutos a la carrera. antes de que estrene el lunes. antes de volver a la jornada en uno y otro lado. antes de todo lo que no suene a descanso...

hago resumen. recuento las semanas sin obligados madrugones y rebobino sonidos. los memoriados. y entre todos está el de siempre. ahora con un refrescante reencuentro de dos vuelos que paran para mirar y reconocerse. pocas palabras para el estacionarse. pero refrescante por inesperado. como la ola en el baño. como la bocanada por la ventana sin persiana. como el motor rompiendo en nana el silencio caliente de las vacaciones.
porque para mi _y desde siempre_ las motos _por su voz_ son para el verano.

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