sábado, 2 de febrero de 2008

costura


didier grumbach es el presidente de la cámara sindical de la costura francesa y quien ha regalado lo mejor al que tanto me regala. ha hecho realidad el sueño de mi gran dios de los hilos dejándole entrar en la, ahora más que nunca, alta costura. temeroso por la pérdida de artesanos en el sector de la moda el francés ha concedido a font la oportunidad de lucirse como siempre lo hace y donde nunca lo había hecho.
las letras escritas por una amiga a mi móvil empezaban mi día leyéndome la prensa de este sábado. el gran mago de la sensibilidad y la exquisitez femenina ha logrado bordar su sueño hace poco más de una semana. y ahí estaba. como merecen los grandes. en portada.
el hombre tímido subido a sus deportivas cose sueños para que los luzcan las princesas. en su mundo de telas de antaño se casan terciopelos fucsias con encajes carmín. y nadie los descasa. porque él es el mágico celestino de las formas y los pantones. confecciona muñequitas erguidas con andares pausados dejando estela de brillantina bajo sus pasos. diseña princesas de exterior frío con aposentos repletos de abalorios, lazadas y bordados. cabezas tocadas por mundos resumidos sin recato que coronan a las seguidoras de esta religión de alfileres. y piernas coloreadas y tupidas que caminan por los cuentos que escribe.
cada seis meses un nuevo cuento de este mágico contador. y mis ojos deboran sus páginas deseando no llegue nunca el final. filigranas sobre el cuerpo se mecen por el mundo que imagina y patrona. transparencias bordadas susurran desde los pechos de las protagonistas que relata y dibuja. y con lupa percibe lo pequeño y lo suma. y con aguja prende lo etéreo y lo escala. y sueña y sigue. y sigue el cuento. y sigo en su mundo y no me despierto.
sólo si entiendes de sueños, ilusión y magia te haces con las páginas que teje. aprecias sus combinaciones ya no imposibles y sus elegantes obsesiones. el talle sube y luego baja. la gama se frena y después se lanza. y todo en el mismo cuento sin perder ni sentido, ni ritmo, ni encanto, ni magia.
me visto con un traje del dios font y paseo a un artesano como lo quiso grumbach. mis dedos, ya de muñeca en un bosque con palacio, repasan lentamente el cuento entelado con mis ojos cerrados. y mi mano sigue su recorrido por la tela y juega a leer sus magistrales líneas -porque el catalán las borda- y se detiene festiva. ya ha llegado a la costura, a la alta costura.

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