jueves, 18 de septiembre de 2008

generaciones

ayer leí en otro blog acerca de la muerte. el primer comentario advertía del disfraz que suponía la que se lleva a los nuestros.

esta mañana he llorado un cuento. de manera pausada. como el amor calmado.

hace semanas me hablaron de un libro. en concreto de la página 48 y los regresos. alusiones en destellos. _¿qué estoy sintiendo?_ y seguía explicando en una capa de barniz casi incoloro.

fue más tarde cuando llegaron los episodios de los clanes y mis bellos erizados. mi acertar del fin de la daga sobre su propio cuerpo. aquellos susurros. los ojos en brillo infinito. el viento. y el no tiempo.

en el blog que ayer aludía al morir escribí que la muerte es un robo... en ocasiones a mano armada. otras sin hacer casi ruido. se lleva de nuestro lado lo que echamos en falta. pero si permanecemos abiertos, con los ojos de par en par pero cerrados... ahí está lo añorado.
y es esto último lo que me estoy repitiendo desde que mis ojos se empañaron hace un rato.

si decía en otro post que una amiga concibe la vida como una obra de teatro... añado que no siempre salimos a escena preparados. _te toca. es tu turno_ y tú sin anudarte los zapatos. o con las noches mal dormidas. o con la voz de aquel barítono. _sales tú ahora. después del portazo_ y el atrezzo que no lo encuentras. y tu cabeza que no olvida el desencuentro en bambalinas. y la frase tatuada que está borrada.

con dos clanes siempre enfrentados sus protagonistas no van a encontrar diálogo. y mira que lo intentaron... en lugar de batalla quisieron risa, buscaron tacto, amaron a bocados. pero cada clan tiene sus vidas. las circunstancias de cada quien y de lo suyo.
ella entró en su campo invitada. él relajó su escudo a un lado. _debo matarle pero no puedo_ miraba ella a su ojo derecho en la penumbra brillando. lo retuvo. _debo acabar con ella_ alzaba él la cabeza buscando parar sus tiempos.
pero era la hora. lo vivido fue robado a cada circunstancia. lo amado en sincero era de lo usurpado gracias a la ebriedad del gozo.
la hora. susurros. los ojos.
en las manos de ella una de las katanas. ninguna de las tres grandes. la menuda. la que empuñó frente al espejo cuando él no estaba. tumbaba sus restos él tras la batalla. ella debía irse para no herir a su enfrentado. atravesó la puerta de su pecho con el arma blanca.
y se hizo el silencio.
...
hubo gritos mudos. hubo quejidos. látigos. y un águila volando.

la muerte llega y siempre duele. aunque se le alcance a oler. la muerte escuece y arranca mares. el hueco es hondo, negro, absurdo, ingrato. y dentro, de pronto, tanto...

como anoté ayer en la ventana blanca de otra: la muerte no consigue quitarnos lo que llevamos dentro. no hay guante blanco que se nos cuele dentro.

ahí yacen ellos. mecidos por la leve marea del agua. abrazados en lo imposible. quizá mañana...
ellos que se supieron inaccesibles desde el comienzo lucharon por no seguir ese reglamento. y llegó el lamento. ni como el perro ni el gato. ni con errores ni aciertos. tampoco con el ser bastó. tampoco llegó con lo honesto.
ahora no era el momento. ninguno de los dos pudo detenerlo. y llegó de negro.

dos intensidades sinceras con equipaje no resuelto _pero en amor vivido y pleno_ navegan con el viento...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes un don, con tus escritos consigues pintar cuadros, transportas al lector a lugares olvidados llenos de olores, sabores, recuerdos....gracias por estos regalos que nos haces, gracias por volver a escribir.

desde la pampa con cariño.

larraitz con pompa dijo...

el don... de la inoportunidad, del estar cuando no me toca, de no acertar con los tiempos, de no dar con mis baldosas amarilla...

me gusta veas otro don en esta doña que os escribe.

no dejes de hacerlo tú. estés donde estés. por favor. me acompañas más de lo que crees!