jueves, 18 de septiembre de 2008

ahora

un lápiz se desgasta con el recorrido granulado del viejo cuaderno. rebaja su cabeza mientras bosqueja. y dispara la tinta en mina y acierta.
desnudos incómodos para casi todos. ángulos carbón amenazantes _que no dañinos_ se hieren sólos.
la sangre por rinconcitos de lo humano dando aire a lo putrefacto. una porción de anatomía exagerada en grados para revivir al agónico.
posturas imposibles. brazos en mil abrazos. piernas enroscadas. rodillas. dedos. manos.
encajes incompletos. apoyos en la nada. y un torso. o un clavarte la mirada.
gamas cálidas para fríos seres señalando huesos. hambre. dolor. soledad. búsqueda del cariño. empalme.
la visión más selecta. el escorzo bien logrado. y el tino que recorre la hilera hecha columna curva ocultando lo que anhela.
cabellos enmarañados. labios encarnados. manos encima. y ojos en cueva.
y pliegues en la ropa y quiebros en la piel. medias juntos a zapatos y la nada como tapado.
un enfado. un desafío. un lamento. un retorcerse. un silencio. un aullido.
índices largos. corazón con corazón. dedos coloreados. articuladas extremidades.
el grosor en blanco limita a veces lo esculpido por lo fino en negro. y abraza la figura en aura clamando atención.
cada imagen vive contradicción. el dolor de la vida con el disfrute de sus breves porciones.
mi cuerpo es leve, huesudo, hiriente y herido. mi ser es pausado en color pero sorprende en colorados acentos. de pronto un azul verdoso. o un rojorosa como inesperado subrayado.
mi cuerpo vive. mi cuerpo duele. mi cuerpo se retuerce.
mi cuerpo con sus manos, sus rodillas, sus caderas, sus pechos, sus esquinas.
mi cuerpo en papel puede ser de él. mi cuerpo hoy sabe quién lo ha digerido.
y me miro ahora. de nuevo vestida. o a medio vestir. veo mi espalda recién afligida. verde en mis piernas y coronando el cabello. etéreo azul abriéndose tras de mí y apenas sujeto.
ahora que me veo desde fuera. ahora que no quiero verme lo que llevo hoy por dentro. ahora...
ahora sé que el mago decidió elevar mi zurda para enjugar el llanto que ya no es tanto. el perfilar del gran maestro quiso arropar mi desnudez cuando me viera frágil. el mirar de su puño me regaló lo que ahora veo, lo que ahora soy.
caminaba y me detengo. el peso sobre mi cadera diestra. mi mano pinzando la tela. mi cabeza tras breve derrota que busca el brazo hecho paño.
ahora vuelvo a ser tuya.
ahora y desde siempre.
mi eterno egon schiele.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito.....bonita....

larraitz con pompa dijo...

... g r a c i a s ...