martes, 25 de noviembre de 2008

gallinas


varias. hoy he visto algunas gallinas.
frente al espejo la primera. desde bien temprano la ansiedad ha decidido aplastarme contra la cama y se ha atrincherado. dopada y pensando en mi gente he intentado resistir su atropello. lo reflejado desde que empezó la jornada me lo decía bien claro. hoy no es tu día.
un pitido a intervalos irregulares desde el pasillo anunciaba la existencia de la segunda. mi pompa juega seleccionando cada vez con el muñeco con el que pasar sus ratos. la gallina _o quizá gallo_ de plástico ha resistido sus mordidas antes de la comida. tendría hambre la niña?

las hay ponedoras. las hay de carne. las hay destinadas a proporcionar tanto lo uno como lo otro. hay otras que se les conoce como aves mejoradas. las hay cluecas. y luego está la caponata. la turuleca. la cocoguagua. y la de los huevos de oro.

hay una casita orillada en una estrecha carretera cántabra donde vive una señora en compañía de sus libres gallinas. asomada a la ventana más alta en pleno centro de la fachada saluda una a todo el que pasa. allí vivirá una de mis amigas. se enamoró de la mágica construcción destartalada a su albedrío y solemos jugar a imaginar cómo criará allí a los únicos hijos que planea. sus gallinas.

pero estaba recontando las que he visto hoy. y toca la tercera. ha sido antes de comer cuando supe de su presencia. tras intentar quitar la vida a la que me devolvía el espejo he mandado un pensamiento epitafio por sms para la lápida de un fallecido que para otros vive. la pelota sin raquetazo de vuelta me ha remarcado en fosforito que lo ha recibido una gallina _corrijo, un gallina_ que lo dice el subrayado amarillo pollo del que cavó su propio hoyo.

las hay en pepitoria. al chilindrón. las hay de caserío alimentadas de maíz. las hay al horno con la tripa rellena de manzana o de limón.
las hay en el cocido del pueblo que me acogió tantos años recientes. y las hay en las croquetas que hemos comido tras las lentejas. esa era la cuarta de mi día. la gallina número cuatro.

a media tarde, cuando las toneladas sobre mi tórax sucumbían a mis esfuerzos, me han sorprendido con un sueño. allí estaba yo boquiabierta escurriendo mis brazos por el aire que de pronto se había congelado mágico. frente a mí una obra de arte que creí inalcanzable. ella y yo. solas en la reducida estancia espantando la pesadumbre que arrastraron mis pies desde que se despertaron.
¿cómo vestiría una muñeca recién salida de una cajita de música si esta fuera la de la casa de la carretera? ¿cuál sería el vestido de una princesa que juega a enjoyar las gallinas? ¿cómo sería el atrezzo de la niña que de pura felicidad se pavonea?
allí estaba la respuesta. la prenda arte con la que prendarme.
etéreo y volátil por partes. rotundo y clueco por darte. tachonado de piedritas de colores, encajes y ondulaciones. blanco puro para lo corto y para lo tapado flores. aire del campo subido al pecho. nubes de gallina esponjando andares. y todo sumado con hilos maestros alzando la costura a lo más grande.
delante de mi hasta entonces presencia pita la montaña de mahoma encarnada en el traje con el que vestir los cuentos. en concreto el de hoy. el de la muñequita princesa que anduvo jugando con sus gallinas albinas para echarle a la vida _sin miedo_ la clara con yema del huevo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si que has tenido un dia de gallinas.
Ay!!mi casita con mis gallinas!!

larraitz con pompa dijo...

será tuya... con tu par!!