miércoles, 12 de noviembre de 2008

fe


una vez regalé un juego de palabras sobre lana. todo un éxito.

una mujer dijo _y quedó cual cita_ que es tranquilizador leer un libro de leyes o normas donde ves alguna que nunca te afectará, que no tendrás que obedecer y la cual no deberás acatar.

sé de quien se acaba de quedar sin suelo. así. tal cual.
no muchos le entenderán. y a mí no me ha costado comprender el abismo. pisa sobre la nada, bajo sus pies el hueco infinito que dejó lo que antes le sostenía.
dicen que la fe se tiene con el fin de saciar nuestra seguridad. aporta la tranquilidad que zozobra cuando hay incertidumbre.
y ese era el firme sobre el que vivía de quien os hablo.

desde que convive con la desorientación y el nuevo vacío tiene la atención de su mirada perdida en la incredulidad. me cuenta que el shock le está aislando del impacto mayúsculo que le acaba de asaltar. pero dice más... añade que si el sustento que le acompañaba se esfumó de su vida puede lamentarse eternamente o decidir pisar en otros creeres. y me sorprende.
_la crisálida, también llamada pupa o ninfa _olvidemos lo de capullo_ sufrirá mientras cambia a mariposa?_ me pregunta con ojos muertos de hambre.
y es que sabe de gente que vive sin agarres, sin apoyos, sin paredes, suelos ni techos. seres que suman días sin respaldarse con ninguna fe. son los valientes _para otros inconscientes_ que cultivan su propia huerta, son su materia prima y no necesitan mercado de nadie.

es madrugada de enero. entre el cinco y el seis. y la niña ha descubierto el roscón. cayó el telón.
quién frena la incesante atadura de imágenes que por su cerebro deambulan? cómo secar los océanos que por su garganta comienzan a ascender queriendo hallar salida? y al millón de preguntas aún en pijama, quién les sana la herida?
son las pupilas de la decepción más honda. es no poder cerrar la boca sin decir palabra ni dar respiro. es el nudo más tenso en su pleno centro. es querer correr y no poder. es querer desaparecer bajo las sábanas. y no volver al cole, ni con los amigos. es no querer más chuches, olvidar cómo se canta o salta de golpe. y se supone que eso es la vida... dicen que eso es crecer...

el desgarro ha sido tan eterno que le piden no dejarse ir. que sin creer en algo se puede vivir.
la persona creyente es conversa al ateísmo de los valores que le prometían y de los que bebía.
y se ha hecho bola en su nido arropando bien su nuca. abraza sus miedos para no sentir aún mayor la ausencia de esencia. porque lo sabe. afrontar los temores es mirarse al espejo y hacer visibles los defectos. y su mente está inerte. pero no su valor.

la niña sin reyes alistó durante horas las cosas que podían ser también truco. junto a su almohada se apoyaba su primera ansiedad. y con la ventaja de lo esponjoso que es el tiempo cuando niños, tuvo espacio para temer, frenar, organizarse y creer en otras cosas. que con el sol vendrían los regalos y los primos. y por la tarde el chocolate en taza estrenando juguetes... y su nuevo estado madurado de un sopapo desvelado.

sé de quien creyó. porque quiso. deseó querer. decidió creer. y ahora le han obligado a crecer.

cuando la confianza se rasga cual papel que ya no sirve y ya no hay unión sin fisura...
se destapó la trampa que ya venía tricotada. todo un engaño que está siendo encauzado.
porque no llueve eternamente _y en la mañana del 6 siempre hay paquetes_ y eso ya no es sólo cuestión de fe.

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