jueves, 9 de octubre de 2008

útil

leí pocas revistas atrás a elena rohner hablando sobre la decoración. citaba a otra persona y yo asentí a lo que decía y que no puedo reproducir de modo literal: han de guardarse, tener, las cosas realmente muy muy útiles o las extremadamente bellas.
la función y la estética. ornamento y delito del señor loos de mis años de carrera. es todo tan subjetivo. tan personal cada límite. que todo o nada vale. cualquier cosa entra o sale.
un ejemplo a bulto de entre los objetos escogidos para mi entorno. unas botas por 10 euros de una tienda de segunda mano. como las de la foto pero con la piel en blanco. y de un tamaño dos números por debajo de los que alcanzaría a calzar. vamos, que no me valen para pasear. absurdo asunto, sí. poco útil. eso es. sin embargo ahí están coronando una estantería de libros y revistas. un par de botas rozando casi el techo de mi cuarto.
cómo juzgar lo que nos será de utilidad o no... y es que cierto es que con este calzado no puedo proteger mis pies del frío y lluvioso mes que se avecina. ocupan espacio y no hacen más que estar. posan. se muestran. y para mí ya es más que suficiente para rescatarlas incluso de entre todas las piezas que aún descansan en cajas esperando llegar a mi futura casa.
unas dr_martens floreadas. pétalos entre lo militar. sutilezas para lo duro del par armado. contradicción deliciosamente combinada. ahí. sobre mi archivo en las baldas.
ya conté hace tiempo que soy caracol. conmigo viaja lo que llamo bello. lo que me adorna lo crudo. y coloco para mis ojos, mis oídos, mi tacto... lo que me reconcilia con el día, con lo feo.
la matrioska pendulando de ojos achinados. la foto de aquellos hermanos que vinieron a vitanimarme. una piña de la sierra madrileña. la puerta del armario del cuarto de las niñas. mis flores secas. y las selladas sobre las _para otros inútiles_ botas.
un día decidí pagar sólo por la ropa que me enamorara o la realmente necesaria por básica. sigo juntándome con mucha. es mi facilidad para el amor con ciertas prendas. soy un caso.
el mismo arrebatamiento me viene a veces con los objetos. con fotos. con frases.
y lo que podría haber pasado por prescindible pasa a ser necesario por tener para mí función. le encuentro valor para mi cotidiano. le otorgo su utilidad. y quién dice que no es útil si me ha cautivado...
si miro mi par con flores en lo alto, sonrío. es acaso escasa tal función? cuando deje de dibujar mi comisura hacia arriba me desharé de su compañía. hasta entonces seguirán caminando _sin dar pasos_ a mi lado.

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