domingo, 27 de septiembre de 2009

sacrificio

al final llegó a humanizar su maquinaria más fría. se llamaba riu. o eso decía en una de sus solapadas vidas. mataba y cortaba lo pescado. sangre por todos lados. rojo para pintar lo blanco de su reducido cuerpo. tinta regada. aroma de limón para espantarla. y lápidas abrillantadas para compensar su conciencia. pero eso fue al principio y durante mucho. luego ya no.

un corto de animación con muñecos vudú comenzó la triada. el sacrificio del que amó a la débil por pender del gancho más carcelario. un trinchado de mano. por dos veces. luego de la pierna al acerico. y cuando no quedaban milímetros entre el pecho de su amada y el alfiler sanguinario lo vio más que negro con la luz cegadora del último túnel que dicen que se abre.

no sonreía. la muerte invadía cada rincón del cuerpo de riu y de su apartamento. deshabitaba la nevera. anulaba sus noches. y le hizo escoger el empleo donde poder dormir sus pensamientos castigando la humanidad que le restaba. quería silencio. sus lágrimas atronaban sus veladas tumbada en una cama helada. la dirección de sus días era la contraria a la marabunta que se besaba o gritaba.

tras el corto buscaron el último episodio de dos sagas manga. la obligación derramaría sangre de uno de la pareja secreta. se partiría el amor eterno con el acabar de una de las vidas. y ella no pudo robarle el aire a su amado. y él no pudo dejarle a ella el dolor de matarle y quedar con el purgatorio de culpas. la daga atravesó el pecho de la valiente y sacrificada. no lo detuvo su guerrero. conocía lo evitado y el siguiente desenlace.

riu no tenía lazos con humanos. escogió a uno por callado. por generoso al punto de no preguntar nada. nunca. al que respetaba sus secretos. y así las torturas culpables no quemaban restando en lo gélido de su delgado cuerpo de negro impasible. comidas sin habla. cementerios como escenarios de citas. un té abandonado tras una generosa oferta como gancho. ella ya no era ella. era otra. su boca escapó sonrisas. su cuerpo tembló y se calentó en el invierno que siempre vivía y ya no. las circunstancias. eso decía.

él muñeco donó su corazón para que ella siguiera. la princesa ninja acabó con la posibilidad de que se segaran los días de quien tanto quería. el de enfrente lo permitió por no haber salida. y con su menudo cuerpo en brazos acabó con la pareja y el viudo. ya ninguno. si fueron en el eterno pasado volverían a serlo. y ahogó su vida abrazado a su chica en el amor más desinteresado.

no pudo cumplir el trató. riu no era la misma. pero él tampoco y apareció en el mercado para despedirse. al final lo dijeron sin palabras apenas. condenados a quererse en lo imposible del nunca. en quizá en lo venidero pero llegaron tarde. de nuevo las circunstancias. y se besaron con lo almado más que con los labios. el hielo de su cubitera con melena negra terminó de derretirse ante lo confesado en un minuto de entrega. ya no quedaban bajoceros dentro de ella y sus brazos le rodearon confesando que le quería. los dos de pie. con el amor improlongable. con un asesinato frustrado por la vida que insufló a una muerta de noche y día tras día. cómo apuntar al que dijeron digno de irse si le regaló el renacimiento.

valor tuvo el vudú enamorado para lanzarse y pinchar todo su cuerpo hasta lo más mortal.
valor el de oboro sama. valor el de genosuke.
y valor el de unos ojos que en el minuto del amor más sincero entre dos casi desconocidos vio llegar la muerte. la de él o la de ella. y no tuvo dudas. giró en un baile lento. en el último entre ambos. pidió que le llamara. repite mi nombre. repítelo. riu. riu. riu. riu. riu... y la bala señaló con un orificio el gran sacrificio de ella. su vida por la del que le devolvió la sonrisa. su aire por quien debió matar mucho antes y nunca pudo. por amor. sacrificarse.

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