martes, 22 de septiembre de 2009

gerbera

esto ya no es lo que era. y menos mal.

los cordones de unas zapatillas _las del pie izquierdo_ estaban enfadadas. vaya si se notaba. por más que las lazaba ellas se desunían sabiendo el riesgo de ser pisadas. no se aguantaban. la acera llovida las hacía más suicidas, pero ellas seguían. no te aguanto. suéltame el brazo. y de poco el trastazo por el otro zapato.

abrían puertas para dejar pasar a las faldas. la de la entrada enmarcando su espalda. la del pasaje uniformando su traje. y ellas _reducidas en volandas_ aceptaban.

conocí una noche a un extranjero afincado en españa. el alemán desde su alto me contó de sus medallas. y todo porque jugamos a que yo le otorgaba una por una canción acertada. la emoción del baile. supongo. ya se sabe. con música casi todo vale.
desde aquella noche guardo la condecoración de oro que me dio en modo placa. compartió su secreto con una extraña. lo que le fue revelado por boca de un premio nobel. eso dijo. nunca lo comprobé.

desnudaban su invierno para cubrir los cuerpos presumidos luciendo tirantes. unas mangas de camisa extendidas en plena lluvia o helada para elevar a las que taconeaban. y ellas tan encantadas.

en las películas dicen del bucle grande y el menudo hasta hacer el nudo. riman a dos barrigones para apretar bien los cordones. y una vez que el niño lo aprende lo practica infinitas veces. sin pensar. de modo automático. un robot que sostiene el pan y el periódico con la barbilla mientras los ata. tantas veces como a las cintas les de la gana. ad infinitum.

entraban las caderas y todos se miraban. recuento de hombres y de sillas. se levantaban y las invitaban. tomen asiento. muchas gracias. decían bien ajustadas.

dos nudos mejor que uno. el par que asegura un poco más. no siempre. que si el cordón es satinado y con fibra plástica es menos amigo de su aliado. y forman a la mínima un lío.

pues bien. los tiempos son lo que son. para bien y para mal. la mujer y el hombre tal cual. está bien, no siempre, está mal...
confieso fruncirme si no apuntan ligeramente el gesto de la cesión del paso o del abrazo de su chaqueta. algunas veces lo hago. según con quién y cómo. pero como balanza he de decir que soy de las que no ve en los ramos sexos. ni en tantos gestos. yo soy de las que se lanzan.
pensé en mi _entonces_ chico aquel mes de abril y escogí la gerbera. naranja. una de las de design_is_mine. para su sorpresa. su sonrisa. y su agradecido cambio de roles.

y ahora me guardo la generosa medalla del germano largo para darla entre flores cuando busque ofrecer un regalo. que tiene que ver con los lazos de los zapatos. no tan secreto si lo dijo el nobel. advierto. ahí os asomo el principio del ramo.
que el que quiera saber lo busque. que dará con ello. y el resto _damiselas a la espera de puertas abiertas_ lucid salones que no os ato yo los cordones.

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