miércoles, 23 de septiembre de 2009

cañonazo

lo sabían ellos, recuenco _que les sacó la foto_ y sus adoptados rincones. nadie más fue testigo de aquel cambio. nadie vivió el timón en viro. nadie lo presenció.

junto al mar un salvavidas. donde hay agua un flotador. para evitar la invasión del líquido acortando la vida la medicina del flote. para no hundirse en las mareas revueltas un psicólogo relleno de aire manteniendo el cuerpo del que agita los brazos entre lo seco y mojado.

poco importa quién prendió la mecha. hubo una chispa en su imaginario y supo que lo haría. empezaba su huida.
para cuando llegó ella ya estaba el escenario. lo oscuro. la munición. la cara escondida. y los fantasmas. con todo el dolor que inventan.

un cuerpo en azote no ayuda al socorrista. más le valdría la calma pero el pavor se moviliza y no deja músculo sin vida. el problema se hace grande, mucho más grave, y la costa se aleja y nadie la acerca.

dónde encontrar cobijo cuando se busca agredirse. cómo dar con regazo si enredamos los lazos.
cada uno tiene su acantilado o su anillo cianuro. cada quién sabe de su soga perlada o sus colores en mil pastillas. de manera irreal _ficticia_ pero dañina. sin sangre pero con heridas.
él escogió lo de siempre. una vez más la lanzadera que le mandara fuera. de golpe. dramatizando. con un estruendo que ensordeciera la vida que iba a su lado. hecho una bola. en remolino. y sin oídos.
esta vez estaba ella y ya no era tan idéntica escena. la vista trabajada de su pasado no le dejaría ser bala. ni contra otros _mucho o poco_ ni contra él mismo. fuera del tubo. a airear la cabeza. donde respirar luz y verdad.

el tablón que no lo es tanto ha de evitar sumergirse porque alguien le ordenó ser salvador. nadó todos los estilos con tal de obviar tantos kilos. que lo pesado aumentaba con los minutos. que sentía más cerca el fondo y no se podía. había que seguir arriba. tenacidad. paz. claridad. y calma. y con la suma de todo ello el amor se hace balsa y rescata al gran tonelaje de beber de más.

la cobardía atascó su cuerpo dentro de la gran arma. no atendía a propuestas. su fiera ciega decía que todo se repetía. la misma historia. y él achicado para entrar en la garganta del cañón oscuro. más menudo. reducido frente a todos los que inventaba fuera de su escondite cobarde.
ella con su blanca palabra hecha vestido. ella con su amor hecho ganas. ella con su empeño hecho mano se ordenó salvaheridas. bola a bola limpió el campo de batalla. sacó fuerzas de flaqueza e hizo mayor el diámetro del cocodrilo negro que tragaba al sufrido. para sacarle. para que aceptara la marcha atrás. para que viera otra posibilidad. más caminos. las bombillas prendidas. las del amor sincero. las de la caprichosa vida y sus líneas torcidas. la de esa aceptación. y la sonrisa. con la mirada bañada. pero la sonrisa.

el médico no es máquina. ni la enfermera férrica. la colchoneta se desinfla. igual que no nada eterno la ramita. el paciente ha de colaborar. el sostenido a flote no debe saltar. que la ayuda in extremis puede extenderse lo que haga falta pero cansa. y los hombros bajan igual que la voz y el arrastrado paso. quien ayuda necesita pilas porque no basta con su motor.

salió. se giró y la vio de largo. una princesa con la certeza hecha prenda. con la mano extendida para achicar el cañón y el agua. con la solución que hasta entonces no quería. no escuchaba. no veía. sin aspavientos, relajado, controlando la respiración le confió el nado. se hizo valiente. inteligente. y ya está a salvo.

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