lunes, 7 de septiembre de 2009

ombligo

ignoraba su error. o tal vez no tanto. sentía _y ultimamente mucho_ que algo no marchaba bien pero no ordenaba las invasiones de mal y negrura.

dicen que se ha de matar_al_padre para dejar de sentirnos mirados en examen y crecer más libres. suena dura la imagen de encontrar nuestro camino.
dicen _también_ que algo invisible une a la madre con el hijo. un umbilical de por vida. que no se ve. y quizá sientan más ellas. las que nos llevan. las que paren.

en pleno centro del cuerpo y casi olvidado. perforado por un metal que no recordaba cuando respondía que no lucía piercing alguno. en algún momento dejó de ser accesorio y pasó a ser ella. como una ceja. como un tobillo. como en la foto de odeo_punto_com. así, su perforado ombligo.

escuchaba atronadoras voces entremezcladas gritándole tan bajo como repetido. en plena noche. hora tras hora sin conciliar sueño por vivir la guerra en sus adentros. y noche a noche, con cada reproche _que de día escondía entre los bultos_ a sí mismo, un bordado más en la funda de la almohada. un inventario creciente muy a su pesar. un listado que desvelaba sus madrugadas y le robaba el respirar. volteando la funda engañaba a su instante. la tela más fría. pero en la batalla más sangre.

el ombligo es un remate. y en contra de los que afirman que sólo acumula pelusa hay quien le otorga su lugar y función. un punto para la equivocación. el put_off.

temía a la luna como al autoexamen. cuando la luz se iba la araña tejía sobre su cama. y lo esquivado de día asaltaba su cuerpo. aplastaba. sin salida.
las ideas en rueda. sin vista _por un sin valor_ para respuestas. sus miedos en soga. y su sopa de amargas letras en remolino. vueltas y vueltas. como el tifón. el dedo en círculos. el estómago revuelto. y de nuevo con el ombligo. la mula al trigo.
sin superar lo paterno. sin aflojar lo maternal. haciendo del no_pasa_nada un himno. tapándose la cara cual niño. no estoy. ya no escucho. me he ido.

gran parte del adulto es cimar la independencia de nuestros padres. la horfandad del ya_lo_resolverá_alguien. el destierro del relajarse. las herramientas con las que trabajar y trabajarse.
no hacerse cuna. no ser ovillo. ni plañir fetal en cuatro.
esforzarse. escalar del hondo. buscar el fósforo.
no centrarse en un camino. rechazar las orejeras del burro. no achicarse.
comprender que tus pasos son tuyos y van junto a otros. que tus actos darán cosecha. a ti y al otro. y que la meta está para quien corre y se reta.

antes del habla descubre su cuerpo el bebé. las manos y los pies. los dedos. reconoce los ojos, nariz y boca. sabe situar la cabeza y lo que sienta. encuentra luego el nudo. lo estudia. y no ve más al curvar su espalda. él es su libro. su nuevo cuento a trillar. y en sus minutos no hay más estímulos. no caben. no hay más que lo suyo. vive el aprendiz autismo del niño.

con décadas espaldadas debió cortar el hilo. debió acabar con la cadena a su centro. la que impide crecer y andar maduro.
sin hacer más que quejarse. sin extirparse al padre. llorando sin cesar a la madre. así no hay noche en reposo. no hay paz de conciencia. no hay silencio. no hay avance. no hay olvido del metal entripado como la que superó lo suyo y hoy luce el remate sin más, sin torturarse.
no hay más caminos. sólo barrotes y mucho egoísmo. y el foco y vórtice de su palpar en lo oscuro. centrado en el botón al que adjudicó un rol destructivo. carajo de ombligos...

2 comentarios:

Verónica dijo...

Decía el Sr. Morrison que hay que matar al padre y follarse a la madre, sin irme al extremo de incestos y asesinatos diría que hay que superar al padre y dejar de llorar a la madre. Nuestros padres depositaron un día en nosotros el sueño inclumpido y las vagas esperanzas de un futuro mejor, ellos, humanos, mortales no eran ni serán mejor de lo que somos nosotros. Cometieron los mismos errores, o muy parecidos, lloraron, se rabiaron y se despidieron por cosas superficiales tal y como nosotros hacemos, no fueron santos, ni mártires, no son los más buenos, ni los más sabios. No podemos culparles de nuestras desgracias, ni podemos hipotecar nuestras vidas basándonos en sus errores. Somos dueños de nuestro destino, somos quienes tomamos las decisiones, quienes aprendemos con cada uno de nuestros errores o nos negamos a aprender. Cada rumbo que tomemos es catártico en nuestra vida, lo que ellos hicieron no lo podemos cambiar, sólo podemos elegir hacia donde encaminar nuestros pasos.

larraitz con pompa dijo...

ni un punto más, verónica. gracias!