jueves, 30 de abril de 2009

cinco

tenía 19 cuando el cinco me hizo añicos. salió de una boca para descontar mi presencia. y ahora me río. de aquellos cinco queda uno a mi lado. uno. y una yo. al final salí ganando.

jueves. viernes festivo. sábado acueducto. domingo como sábado. y lunes haciendo _como se dice por estas tierras_ pira. me dieron boleto premiado. sin pisar la casita de pueblo cinco días.

mi ánimo solicita más que mi físico. es la química la que reclama cama, silencio, espacio, tiempo. vida.

el que no contó conmigo se sumaría _todos mal arrastramos las horas_ a mis días de retiro, almohada, la nada, sitio, horas. vida.

pompa entre mis brazos mientras tecleo firma el contrato de asueto. comer y dormir. pasear y hacer sofá. acurrucarnos y compartir camada. representar la imagen de wai lin tse es lo pactado.
mientras ya ronca le susurro que consumimos ahora mismo la primera tarde de la lista. respiramos la número uno. pero sigue el ritmo de sus charlas con morfeo. está tranquila. ya está en el juego.

me lanzaron propuestas para irme lejos. pero mi cuerpo detuvo el motor de equipaje, conductor, colchón hinchable, lluvia sin calzado adecuado, prisas aun no teniendo trabajo, acoplamientos a apetencias de anfitriones varios, y la vuelta con todo lo que dejé sin cambio. eso mis huesos y músculos desmontados. mi ánimo _por otro lado_ también paró el ruido de gente, coches, kilómetros, desayunos sin siesta, y las noches sin mi niña en mi costado. porque sin eso último no hay descanso.
así que la carcasa y lo que llevo dentro _sobre todo lo que siento_ planearon no hacer previsiones de viajes ni de días cerrados. eso sí, con pompa al lado.

porque los lunes son jornada doble en la casita. porque allí pasé el sábado que devolvió a la mitad de mi equipo la santidad _años perdida_ de su semana. porque mi filo apenas tajaba y la mina parecía cascada. porque la buena vida viene de disfrutar de lo servido. son cuatro.
cuatro motivos que no sumarían cinco jornadas de descanso si no me hubieran hecho el regalo. gracias a un torbellino que organiza cuando parece que desastra serán para mi estos cinco. gracias a la que engarzó lo más dulce para que luciera la vida niña y sonriera. gracias a una familia que agendó su lunes para que para mi fuera domingo. gracias al amor que dibuja los momentos más bellos. gracias a esas gafas concienzudas disfruto ya de mis cinco. y me río.

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