lunes, 14 de diciembre de 2009

equilibrios

uno. le conozco de dos noches y ya sé de qué pie no cojea. por lo que habla y repite en su discurso _válido para él para cualquier tema_ todo lo basa en la balanza y en el equilibrio. el suyo con su pareja, el de una faz de trabajar por libre y sin jefe con el de la de no tener equipo ni reglas. allí donde clavara sus ojos de azul hielo disponía los dos platillos. lo de arriba con lo que entierran, lo más áspero con lo mullido, lo siniestro con el cielo abierto. y en un movimiento de brazos batiendo el aire nocturno pretende _como si fuese juez y no tan parte_ arreglar a todos este complejo mundo.

otra. su nariz no maquillada lucía un rojo más encendido que la de su boca disfrazada de festiva. la mentira iba descubierta en un rostro batiéndose en lucha armada contra un dolor que ella cree dominado y que le devora ya por los pies. un abrazo entre las rebeldes lágrimas desobedientes que escaparon de sus ojos en socorro. y unas palabras desmintiendo lo que todo su cuerpo gritaba. no temía por su estabilidad _aseguraba sentirse erguida_ sino por la de la que quedará sin su par y ya empieza a perder la cabeza.
el viento de diciembre en alud hizo estrechar más el calor que demandaba la que no digería un despedir forzado de su papá acostado. su visita de fin de semana recargaba las baterías del resto mientras las suyas se consumían. y para no evidenciarlo desenvainaba el carmín para sus labios.

el balancín del parque pierde sentido sin no hay dos niños. el que lo mira y lo prueba sin pareja sabe de la fuerza que ejerce el peso del que no vino. ya de pequeños lo aprendemos siquiera por deseo de juego. el equipo obra lo que no puede el llanero más solitario por muy valiente que juegue.

recurrir a la química con intención de que actúe sobre las sustancias cerebrales es lo más recetado en el mercado diario. la sociedad actual _de baja no oficial_ sigue marchando tirando de píldoras. cápsulas de colores que alimentan los neurotransmisores. pastillas diminutas a las que rezamos sin saltar una toma para recuperar el paraíso equilibrado. porque a todos _hasta los que nunca probaron de la medicina_ nos ha salpicado de alguna manera el desajustar del ánimo. el sufridor de la que nos toca debe buscar la manera de lograr su ansiado equilibrio con algo que no sea química. quizá funcione con la transmutación alquímica.
en el cine nos tendían el futuro con digestiones de merluza encapsulada o tarta de queso en pastilla y media _para quien deseara repetir_ ayudados de un vaso de agua. los alpinistas y los que nos ven sin la atracción gravitatoria, y que apenas ponen la mesa si no es por estética o protocolo, son los que ingieren las píldoras de estofado o las grageas de dátiles africanos. sin opción de untado ya no reparten pan. no hay migas en las más altas cimas ni en el apolo lanzado.
la ilusión narrada en los filmes desvió su vía para otros fines. la ingesta trampa tendida como eficacia directa es la de la sanación del cuerpo. para el hígado, para el catarro. para la tiroides, para los riñones, para la piel. contra la caída del pelo, contra la herpes. directo al estómago, al sanguíneo y al cerebro. no hay lugar a error. tres veces al día. empujado por alimento. con rigor. y en siete días verá su mejoría...

ante la ansiedad de lo diario hoy se nos tiende una mano. la solución ofertada es la de you´re_such_a_bore. sin más trabajera. sin devanarse la sesera. pide al de la bata lo que tú quieras. a cada deseo un color. a cada agujero una forma. como si fueses robot.
ante el dolor que acecha ni una palabra. para los cientos de acosos que nos caen o inventamos no dan terapias. mejor tabletas tras las recetas. mejor pastillas tras las natillas. traga y calla. así. mucho mejor.

el miedo enquistado no se cura con una cápsula en ayunas. tampoco se sana la soledad no aceptada con dos bolitas de nada. no se suple el vampirismo de energía tomando un sobre de polvos dulces. ni se supera la pereza o rabia con la pastilla diaria.
el amor no es rojo y ovalado como tampoco la esperanza viste de círculo blanco. la ausencia, la dependencia, la frustración no se vencen tragando farmacias. no hay químico que infunda con sus mezclas madurez, lealtad, valor.

chocolate. sonrisas. azúcar. manos. llamadas. calor. palabras. zarandeos. miradas. incluso la recetada química de la cruz verde, sí. todo ayuda pero quedan en puntuales ráfagas para el tendido de velas _en nada_ si no se trabaja.

en hebréo pronuncian nephesh para nombrar al aliento de vida. es el apetito, el ánima, las voracidad animal de vivir. es la esecia. lo más bruto y sin pulir. lo más sincero y hambriento. lo que nos late mar adentro. es este hálito vital el que se debe alimentar y no la química cerebral. la transmutación alquímica para hacer de lo negativo e insano algo brillante y puro.
en un asiento del balancín todas las pastillas, cápsulas y píldoras prometiendo mundos mejores. talones clavados en tierra para impulsar la subida y ningún éxito. el asiento de arriba sigue vacío y no se da ni la subida ni bajada ni _mucho menos_ el tan necesitado equilibrio.
con el trabajo diario, la paz más límpida, el ánimo en sus raíles y la convicción más positiva en el sillín de arriba empieza el balanceo. de fondo se oye el discurso del de los brazos de las dos noches. del uno. la otra se pinta los labios. la que esconde el llanto y enciende ahora la boca de su madre. llega el amor a quien lo reparte. la ilusión a quien prende luces. baña la fuerza a quien calza certezas. inunda la calma a quien inspira sin trabas. y con pico y pala, con pies de gato y piolet, con batida rápida y constancia se alcanza.

llega un momento en el que entiendes el truco del cuento. los colores tentadores de la palma ni suben ni bajan _el cuerpo ni el alma_ si no se trabaja. a todos nos falta algo. si no es un abrazo es un tornillo. y para ocupar esos vacíos no basta con las químicas pintadas. lo que somos y lo que ansiamos depende _bien subas o bajes_ de mantener equilibrios. uvas con queso que saben a beso? pues eso.

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