domingo, 30 de marzo de 2008

silla


ponerse los zapatos de otro. cambiar de sitio la silla. meterse en la piel del de enfrente. y todo por conocer más allá de nosotros.

hemos paseado dos horas a ritmo ligero. el recorrido propuesto el de los días de camino largo. y como era domingo y no teníamos cita he cogido nuestra silla y la he reposicionado.

conozco la ciudad desde niña. crecí en estas calles hoy adultas. y ahora en mi retorno hago por descubrir para situarme y para no vivir del recuerdo. recorro caminos donde antes yacían solares. pisamos verde en lugares antaño vestidos de gris. tiendas nuevas, restaurantes, carriles bici, viviendas en lugar de naves...

si asoman a mi sobrino a su ventana ve la ciudad desde arriba. sus padres le explicarán los caminos surcados entre tanto tejado. y por allí se va a un parque largo. desde casa de cualquiera de sus abuelos no verá tanto. y así será hasta que dé con un domingo sin plan en un mes de marzo. a nosotras nos ha pasado.

entre las muchas _muchísimas_ cosas que añoro de mi vida en la gran urbe son las vidas que descubría cuando exploraba callejeando. quince años después de mi llegada seguía sorprendiendo nuevos rincones. viajaba a un barrio y vivía costumbres. visitaba una plaza y aprendía de un par de horas. y tras la escapada de mi cotidiana costumbre regresaba a mi calle que antes del viaje comenzaba a aprisionarme.

la silla en la acera de enfrente. vamos a ponerla allá arriba. ven pompa. donde ve un parque simón. y hemos subido minutos para alejarnos millas. y al alcanzar cubiertas se ha abierto el mundo. prado y caminos para correr libremente. y canchas con gente de fuera que hacen reunidos suya esta nueva tierra. pompa les mira con el balón y escuchamos sus acentos. hemos viajado lejos. llegado al borde nos detenemos. un mirador retratando mi diario. a un lado nuestro paseo cotidiano. desde aquí somos más pequeños. y busco frente a nosotras lo que nunca conocí hace años por no estar en su sitio. mira aquello pompa. siguiendo esas calles entre tanta casa subes a casa del pequeño simón.

en mi cabeza he dibujado mi plano. con un boli rojo lo que los ojos han enlazado. los caminos nuevos. con línea fina los conocidos. y cambiando la cota para volverla a tomar lo que hasta ahora conocía de un lado. con una visión. con la mitad.

hemos subido para conocer de otra manera donde vive el niño. y al innovar con la situación del asiento he recuperado la libertad del explorador urbano.

ya estamos en casa. en la rutina. sin acentos foráneos. sin balón de balonmano. pero con mis neuronas enriquecidas sosteniendo un nuevo plano.

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