miércoles, 26 de marzo de 2008

cubo


todos participamos de aquella atracción por el cubo. cuando no bastó nacieron la serpiente y también la esfera. pero no era igual. nueve pegatinas por color. seis colores por cubo. y 26 piezas de chasis negro que más de uno desencajaba para averiguar las tripas del truco.

un par de años llevamos con otra moda con celdas. nueve casillas repetidas en tres por tres. cajas en blanco a la espera de acertar el número transparente. otra furia que crea adictos.

hoy me han retado al juego. un niño de siete años me ha mostrado la vanidad que vestía por dentro. a tres metros de distancia y con la mirada desviada tras sus gafas me vigilaba. soy un niño y tú eres una mayor. ha pensado con su trofeo rubik terminado entre ambas manos. soy pequeño pero sólo lo hago yo. a que tú no?

intentaron relanzarlo hace poco tiempo sin poder acercarse a sus gloriosos años. apuesto por su padre nostálgico queriendo presentar el cubo a su hijo. con esto iba yo al cole. y era muy bueno...

el pequeño de siete frente a mí cual pistolero en duelo. sus manos abiertas me han mostrado el arma en colores de nuevo revueltos. y en movimiento rápido las ha llevado atrás. sabía el niño que no le quitaría ojo. con su mal disimulado rabillo infantil ha controlado mi atención. unos movimientos y giros del cubo más tarde sus manos otra vez delante. uy... me ha faltado poco. pero esta era de prueba. no vale. ahora verás. esta es la de verdad. y manos atrás.

la madre del jugador le ha llamado para cruzar el paso. y el artista ha tenido que dejar su exhibición.

no ha habido palabras. pero ambos hemos sido satisfechos. mi curiosidad con retroceso en recuerdos ha admirado las artes de un niño. y el menor y su orgullo han aleccionado a un mayor sobre lo que puede hacer un pequeño _y sin mirar eh?_ sin mirar.

de nuevo sola en la acera he recordado cómo despegábamos pegatinas para saciar el hambre de un cubo en limpio. cómo enganchaban los dientes de las piezas de plástico en su alma cruzada. el libro con instrucciones que bailaba de mano en mano por la casa. y las veces que el orgullo paseaba el trofeo de una cara con dos coronas. en mi caso poco más.

jugábamos en volumen entonces. ahora la diversión es en plano. movimientos ilógicos para un niño frente a matemáticas básicas de sumar y sumar sin repetirse. pero no se vayan todavía... circula por ahí el rubiksudoku. si el niño de siete es capaz de pintar el cubo de siempre sin echar un ojo _y cuantas veces quiera_ tendrá que dar el salto a esta nueva mezcla. aún hay más?

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