viernes, 16 de octubre de 2009

salmones

ser la negra de un rebaño cano te hace imantar por siempre los índices de todos apuntando tu tras o tu frente. hay quien se propone nadar cual salmón corriente arriba como ilustran en jephellis_punto_com. se dice que son los peces más vivos, que los demás se dejan llevar por mareas. pero hay quien sin saber cómo acaba con ocho brazos y viviendo en un garaje.

quien no trota de joven, de mayor galopa. a cada edad lo que le toca. o no exactamente. a cada era _más bien_ su cometido. el niño al juego y no a la mina. el púber al tiento y a mil descubrimientos. el joven a una de tajo y otra de fiesta. el adulto a una de riendas y otra de siesta. y el mayor al sol, al butacón y a la justa ingesta tras tanto atracón.

la entrega se olía doblando la esquina. el tiempo corría más que los dedos y creían no llegar en hora. les sorprendería la campana, así que avanzaban sin atender al cuerpo. ni reposo ni comida. no lugar a vitualla alguna. faltaban minutos cuando apilaron lo hecho. y al rebasar la meta sus tripas volvieron a estar vivas y sus leones rugieron tanto o más _por un bocado_ que sus bostezos _por una horizontal bajo techo_ sin ceso. durante las 32 horas siguientes confirmaron su pie cambiado en la marcha. distintos al resto. contracorridos. contrallevados. a contrarreloj. contrahechos y donando lo sano.

a la joven sin niñez se le tenía por férrea tras batirse sola, entera por librar mil guerras escudada en su fuerza. sin fisuras ni grietas.
sobre la cama de la joven de cuatro décadas una muñeca comprada hace nada. su nena. con nombre. con trajes varios. con flequillo cepillado a diario. y las mejillas gastadas de tantos labios jugando a ser niña.
al joven sin juventud se le medalló de responsable, cabeza puesta y maduro. su esposa abrillantaba el galardón haciendo gala de su excepción, de su orgullo, de su recorrido triunfador fuera del guión.
bajo la cama del matrimonio el móvil del joven vibra. con mil mensajes de otras melenas. con otros nombres. otros escotes. otras miradas. y las palabras calladas cortaban sobre la larga almohada.

sentirse enfocado _a tiro de click_ por la cámara del resto es molesto. eres el soltero cuando cargan aniversarios. no diste a luz ni cambiaste más pañales que los familiares y el basmati se agarra. o educas sin pareja a tus vástagos. saltas de curro a curro o de ciudad a otra. o no te reclaman hipoteca alguna y duermes alojado. o bailas demasiado y duermes poco _que digo yo que nunca es suficiente ni demasiado, ni de uno ni de otro_ y a deshoras. luces faldas muy cortas. las patillas te acanallan. en tu ropero no hay corbatas. o con tacones ganarías.
eres el raro de la familia que en la cena navideña sientan en la banqueta de la esquina. y allí, enmarcado _y mientras esperas que te sirvan la sopa_ por sus pupilas, en tu cabeza se abre el debate de si serás salmón convencido o educado en piscina de pago.
que tu sentido es distinto es obvio. que lo ordenado estipulado no casó a tu lado queda claro. y poco más sabes. el banco de sardinas come, charla, canta y ríe. todo según lo esperado. estudian todos tu nadar.

si aprendiste en su día, si buceaste hondo, surcaste olas y tragaste agua... no picarás. si te aplicaste desde chico, si zambulliste lo que pudiste, vestiste salitre y brillaste al sol tras marejadas... no morderás el anzuelo. porque hay momentos, eras para los ritmos _es cierto_ pero tan pez es el mero como el rosado salmón. aunque nadie lo pesque porque viva escalando el río.
a saber, no es lo mismo ser pez que pescado. nadan y nado.

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