lunes, 30 de noviembre de 2009

límites

esta noche he querido dormir más cerca de pompa. a ella le gusta pesar todos sus kilos sobre mi brazo derecho y lo hace si yo me giro y lo encuentra presto. si no es así espera. a veces me avisa con un ronroneo ligero, pero generalmente permanece atenta a que yo me ofrezca. y entonces sí _ sin perder un segundo para retomar su roncar_ me aplasta.

acotar es complejo. los límites suelen ser como las orilleras pequeñas, las de la pleamar más calladas. dibujar las fronteras entre unos y otros, entre nuestros propios actos, entre lo correcto y lo desviado se logra con muchos trazos acumulados. es contornar sobre lo pasado esbozando otra propuesta a lo que se queda dentro o fuera.

todo el amor que me desborda lo deposito en su blanco cuerpo de perra. desde que vino. para ella mis mimos, mi aplauso, mis juegos, mi tiempo. para ella _también, cuando hace falta_ mi riña, mi parón, mis caras serias, mi no. todo lo algodonado que pisa existe porque desde el comienzo de nuestro idilio dispusimos las puertas vedadas y los acantilados haceres. todos los bienes para la más santa y buena. pero ninguna negación de menos para sus escapes de la vía que construimos día a día. festejamos el continuo porque no da oportunidad al negro. hace lo esperado e incluso más. regala obediencia, paciencia, silencio y prudencia. además del cariño y fidelidad sin condición. y ante su actuar disciplinado una salida del bando se nos hace extraño. no suele darse y cuando esto ocurre he de erigirme en directriz severa para que me diferencie de la de siempre.
anoche vestí ese traje y hoy aún me duele.

dónde empieza y termina la noche o el día. no es un salto del negro al claro. no es un radical cambio. es un borrón ancho que funde lo de uno y otro lado. es la transición donde todo se confunde. y sin que pare el tiempo. con el reloj marcando siguen decidiéndose los bordes de lo que es y lo que no.

como la excepción en lo reglado así erró mi pequeña ayer noche. y en cuestión de segundos tuve que vestirme de acero y encaretar mi rostro de hielo. sin que escapara el momento para que no desligara mi enfado de su mal hecho. se precipitó el tiempo y quizá también yo. y es lo que hoy _desde ayer_ lamento. me la lió. obró mal como nunca hace y nos mal acostumbra. y así como en otras ocasiones parece asumir su error antes de mi tormenta esta vez pareció no entender lo que regañaba yo. como si durmiera despierta, como si le hubieran plantado en mitad de la gran vía con el tráfico más castigador. como si reconociera mi discurso pero no supiera dónde encajarlo. como si no hubiera sido suya la maniobra tan alejada de nuestro código.
le ordené que acudiera a su rincón. donde le siento desde pequeña para que sepa que lo que ha hecho no es digno de mi beso ni de premios. no tuve que insistir. se mantuvo quieta como siempre que lo visita. hasta aclarar lo borroso de los límites un día marcados no le digo que bastó con el destierro. y le digo lo que sí y lo que no. sigo con mi gélido rictus y mi tono severo. mal hecho. eso no.
pero anoche _tal vez por su perplejidad tras lo que hizo_ supe de pronto que rebasé yo los límites. los pocos segundos de reacción ante la imposibilidad de aplazar una riña a un can _con un perro es ahora o nunca_ no son excusa. la faena de su descarrilado acto no era tan desmesurada como para justificar mi postura.
y su temblor cuando levanté el rinconado castigo. y su gesto temeroso cuando acariciaba su cabeza a pesar de haberme buscado ella, a pesar de haberse sentado sobre mis piernas, a pesar de haberme roncado en la oreja...

marcar cuando se educa no es fácil. definir las fronteras es complicado. pero ceñirnos al castigo justo, al no nunca excesivo, al frío sin grados bajo el cero... es lo que aprendí la noche pasada que es lo difícil. temo que grabé _innecesariamente_ a fuego sus límites y desdibujé los míos. y duele. y me arrepiento. pompa, lo siento.
es a mi a quien ahora castigo. como en dumbo_shop. estoy mirando a la pared. a ver si aprendo.

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