lunes, 1 de febrero de 2010

pijama

en lugar de llorar más casi rozó la satisfacción. y aquello resultaba extraño. sus hinchados ojos no se asustaron ante el horror proyectado. y siguió llorando.

una mujer gritaba su desgarro desde el suelo embarrado. el cielo no hacía más que corroborar su llanto. la blusa de seda empapada se aferró al pequeño jersey de lana aún caliente que recogió de su lado de la reja. del otro el silencio desabrigó el uniforme de un esposo que se había hecho alimaña sin ella siquiera olerlo. mucho tiempo antes de todo aquello. y aparecieron los créditos.

un par de pequeñas manos atravesando la imaginaria línea que obligaba la alambrada era una reconciliación sin más vueltas que dar. el encuentro de esas palmas era las ganas de encontrar en el otro las carencias de uno mismo. a uno le faltaba el pan y la risa. al otro la verdad y amigos. y obligados a enemistarse por dictado de los manuales y los brazos alzados ellos conciliaron.

lo intentó por varios huecos de la reja con dientes. asomó sus dedos y no halló replicante. y de pronto sus yemas notaron un roce. el justo abrigo dentro del bolsillo. el hambre de bandera blanca tras la guerra fría corrió palma arriba y abajo apurando los silencios de más y las miradas de menos. y para cuando llegaron el nudo oscuro había dejado de ser negro. se soltó lo feo. y con la torpeza de quienes tienen fresco el bofetón gratuito hicieron por esquivar la marca de los dedos en la mejilla al regalarse un beso.

el final más drástico puede ser el parón en seco. el frenazo que detenga hasta el aire. el jarro de la verdad más helada cayendo desde lo alto para que todo se entienda. la sangre atascada. la garganta que explota sin habla. el mutismo tras tanto grito del mismo miedo previo al término. el silencio de la puerta que encierra los amontonados cuerpos. el aire fétido donde creen respirar limpio. el aliento inerte entre los que apretaron sus manos buscando auxilio en el amigo.

marco_rubini sabe que hay llamadas nocturnas pidiendo socorro aunque no se atiendan. lo sabe su foto con el rastro del tejido diciendo que alguien estuvo. lo sabe la tela abrazando el alambre conteniendo el dolor punzante. porque hay gritos donde no se puede decir palabra. hay quien pide ayuda a través de la divisoria línea por si alguien pasara. hay anhelos de recuperar esa mano que se colaba al lado amenazante uniendo el lazo y calmando el estómago.

la madre no supo nunca del pequeño en pijama. sólo sabía de los libros de aventuras y del columpio. más tarde descubrió la fiera en su casa, la muerte de lo humano en quienes seguían respirando al mando.

el pequeño falló a su amigo y prometió compensarle. buscando a un padre le acompañó en el camino más cercano a su estado. se mudó y arrastró su cuerpo. corrió tragando la mentira descubierta y esquivó los empujones del pavor de acorralados hombres hechos niños.

el neumático vacío llevó al bocadillo. los perros al desnudo. la mujer al suelo. y al padre le llegó el golpe de vuelta de su hijo.

el infierno no brotó más lágrimas de quien sufría su alambrada. el final bumerán de aquella historia colocó a lo perverso en su sitio. y en su historia alguien se acercó al trapo que dejó pendiente de un abrazo la noche previa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no más de esas lágrimas
m

larraitz con pompa dijo...

m_ querida
esta mañana te pensé velándome como lo hiciste hasta enjugarlas. gracias...