martes, 16 de febrero de 2010

rocas

eran dos los novatos que nos seguían de cerca. como si nos distanciara lo breve de una correa estaban pero no entraban en todas. participaban cuando aflojábamos y respetaban las marcas cuando así lo ordenábamos sin decir palabra. eran otros dos locos intentando abrirse paso entre las noches de líneas raspadas y secciones acotadas antes de que llegara la tarde.
sentados en la mesa seguida a la nuestra nos cedían el material que intercambiábamos. yo tenía su escala y él me la pidió _cuando no la necesitara_ de vuelta. aquél fue el bautizo en forma de irónica chanza de la que se sirvieron desde entonces y para los restos. y nos ganaron.

la química que actúa sobre nosotros hace que seamos negativo con más o lo contrario. puede unirnos sin explicación aparente o distanciarnos sin haber mediado ni el saludo siquiera.
el medidor de este imán o repelencia no creo que esté a la vista. de estar será oculto y para cada uno. una vara con la que sin definir con unidades controlamos la exactitud del retroceso o el avance.

lo que hace a alguien sumarse a otro es lo que provoca que olvidemos al resto, al ruido, al hambre y a los tacones. saberse a gusto es entender que serán buenos compañeros de viaje y nos acercamos por si nos aceptaran en algún puesto. y cada integrante del grupo despliega sus artes _un tallador en toda regla_ y tantea al de enfrente, al que nos sigue y al de al lado.
acotados todos se resuelve la situación. es cuando aparece el acomodador y nos sienta a los afines juntos o expulsa de la sala al poco avenido.

frente a una roca gigante sintió la atracción más palpitante. sabía que habría de ascender y terminar por vencerla. hacerse con su altura y su fuerza. en no doblegar el ánimo ante su resistencia estaba el secreto de su reto.
la llamada era tan poderosa que rindió su mente y cuerpo a la pétrea llamada. tal fue su cómodo sentir que olvidó al resto, al ruido, al hambre y a los tacones.
para escalar la seguridad concatena arnés con cintas express. pero ella nada. ni mosquetones ni cintas largas. su provisión era nula. nada de cuerdas dinámicas. tampoco pies de gato ni grigri para la cordada. de lo obligado nada. le faltaba el magnesio y no lucía casco. pero nada no le importó. inconsciente en su embelesado estado se acercó a los pies de la inmensa y le dijo ahí_voy.
la cámara de gabriela capturó el comienzo de aquel ascenso.

las unidades de medida no son tan científicas como se estudian. hay una holgura para otras distancias o pesos. no todo lo detalla un escalímetro hecho a tal efecto. sí que existe la manga ancha.

el instante en que los polos se atrajeron los modulores cayeron. dependían más factores _quizá invisibles y no tangibles_ a los que aparecían como únicos.

ante aquella pared _hasta ahora imposible_ se abrió una nueva fuerza que no se medía en enes. como si coulomb dispusiera su ley de atracción _y repulsión_ contando con lo proporcionalmente inverso al cuadrado de lo que les separa ella hizo de la fuerza mental su herramienta para vencer la física y alcanzar la cota más alta sin puntos de apoyo añadidos ni guías.
los zapatos pelados y de suela de cuero hacían por olvidar que fueron hechos para el paseo. la falda dejó de serlo y subió a la cadera. y las manos de uñas coloradas se hicieron gancho y garra aferrándose a las curvas que le susurró la piedra que acariciaba en su idilio entre rocas.

2 comentarios:

Verónica dijo...

Precioso

larraitz con pompa dijo...

verónica_ eso lo serás tú!

gracias...