viernes, 12 de febrero de 2010

pulgarcito

dejaba su casa atrás pero dentro del zurrón halló la lucidez que daría pistas sobre el camino a recorrer. para quien le buscara o para regresar él. las miguitas no marcaban sentido sino dirección. unían dos puntos. el de origen y el del zulo donde haría por restar los días. para facilitar el sueño. para salir de aquello.

hoy dejamos rastro en cada acto. estamos fichados por todos lados. e incluso haciendo por eliminar la senda recorrida en el nado internauta hay quien nos localiza o reproduce el trayecto.

las prisas de la despedida _tal vez la tensión que empedraba_ impidió hacer más que citarse en un hablamos. y tiempo después tan sólo un número en la sim de cada uno albergaba la esperanza de ser escogido y llamar al otro lado del camino migado.

almacenamos descontroladas cookies que hacen lo que sea por colocarse en nuestra despensa del ordenador. son retornos hito para que alguno vuelva. pero no nos alimentan. más migas.

desfallecidos decidieron separar sus caminos para encontrar una salida al desierto. si alguno encontrara el luminoso exit regresaría a por el otro. pero las fuerzas se hacían evaporada neblina bajo el sol más infierno. el agua de los cuerpos no daba para regir pensamientos y a ratos fueron cayendo y combatiendo la caída en sucesión tan repetida como la árida tierra que les hervía.
la clarividencia previa al acabose agilizó por segundos sus movimientos y sus ojos localizaron las piezas.
antes de derretir su vitalidad ya dispersa les diría por dónde había sudado el miedo a no salir de aquel entuerto. y apiló las piedras como lo muestra {zara}.

antes del gps. mucho antes de que siquiera los teléfonos existieran ya repartía lo suyo pulgarcito. señal de humo eran los restos que sembraba por la vía. destellos en giro de los faros al mar abierto. golpes secos en morse por si alguien pasara por donde dieron sus pasos esperanzadas zancadas.
lejos de la tecnología sedienta de batería y energías, sin tirar de satélites ni mágicas ondas, en lo menos visitado del mundo están las migas de la madre tierra. millones de años antes de que nuestra esfera jugara al piedra_papel_tijera con nosotros ya estaban ellas.
y para el reencuentro _incluso encuentro_ basta con recoger un puñado. para que den con nosotros o llegar al lado de quien buscamos. para unirnos podemos hacer de ellas señales.
el secreto del repartidor de migas estaba en lo ajeno al camino. lo añadido. así ocurrió en el desértico escenario donde el que rozó perder la vida introdujo el artificio. lo antinatura se hace alarma. basta con varias piedras puestas en torre para gritar que allí alguien estuvo. y es que las inertes chivatas no se apilan ordenadas por azar igual que los trozos de pan no regaron el camino que pisó pulgarcito por casualidad.

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