sábado, 16 de enero de 2010

vespa

no tenía más que decir a dónde y allí le llevaría. donde ella dijera y más allá. buscó y la encontró como esperaba. una boya en un mar tan calmo que asustaba.

hay noticias que sacuden tan fuerte que roban el aliento. hay jarros con tanto frío dentro que al mojar no consienten quejidos.
para los días en que la tormenta es hielo, para los momentos en que se agrieta la tierra entre nuestros pasos, para el segundo en que rozamos el más rojo infierno está el magnesio.

se presentaba un día sin sorpresas y cerró el plan por ella. y mientras buscaba el otro casco decidió no destriparle ningún eslabón de la sucesión de preparados. el tan repentino encuentro aceleró la goma de sus suelas por su estrenado rincón de soltero. no era inesperado _tras tanto_ y eso era lo que le hervía por dentro.

la noche no congelaba tanto como lo que se repetía en la retina de mis tímpanos. el dolor se hizo también conmigo. sabía que no me dejaría. y aferrada al fondo del bolsillo derecho de mi gabardina supe también que allí estaría. para ellos _humanos y perros_ y para lo que ella quisiera.

hace años prometió un vegetariano. también viajar en su moto. tiempo después una botella de vino y un cruzar a nado. luego fue lo de la música y el regio italiano. pero nunca encontró él valor para fallar a todos por cumplir sus deseos. y en promesas quedó el juego.
llamó ella. sonó sin previos. y se ofertó a ciegas. quería que la llevara sin decidir ella nada. escaparla de todo. lejos. donde cupiera lo prometido sin sentido. donde él pudiera conducir sus dos ruedas ebrio sin perder reflejos. donde en un paso de cebra ella desnudara su cabeza para robarle lo que hasta entonces no había hecho.

los restos de confeti de mi año nuevo en fiesta juguetearon entre mis torpes dedos. buscaban una salida para tan resbaloso panorama.

estaba en el centro. frente a ella los aparatos. la barra fija. y por delante todo el día. las anillas. temblando sus canillas. las paralelas. novedad para la acostumbrada a las asimétricas. el suelo. con todo por ofrecerse entre mortales y piruetas. y restaba uno, el potro con arzones. que ella veía que ya echaba humo.
se dejó llevar porque así lo quería. a pesar de los nervios. a pesar de los peligros. se hizo con un puñado de magnesio y espantó _lo vio emmanuelle b_ lo temido.

en mi mano los círculos de papel troquelado de nochevieja se hicieron polvo denso. para que no sudara el dolor que de mí no dependía se hicieron los colores de talco.

para viajar en la vespa _nos roban la vida_ un casco, un conductor salvajornadas, y un aferrarse a su cintura como a cada día.

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