martes, 12 de enero de 2010

desechable

mira directa al ojo máquina por el que lauren_ward le estudia. alguien observa a quien absorbe. y en esas está la cosa. unos cardan y otros tosen.

se puede sentir uno como los pañuelos de papel. de usar y tirar. y quien te provoca el sentimiento no te quiere bien. eso lo entiendes después de haber sido ensuciado y luego olvidado. y de ese ya_tarde _con suerte_ aprendes. y con quien sonó contigo sus ratos de ocio o amargos ya no volverás a ser más estrujable. tal vez serás uno más del paquete para otros. volverás a doblarte para ofrecerte inmaculado dentro del plástico. hasta la siguiente.

el lugar común de los cobardes puede centrarse en la espalda más veloz y escurridiza. quien decide darte uso y no querer volver a verte hace de sus pies dos ruedas y escapa en modo picapiedra.
y quien queda en el suelo hecho una bola procura dar con la explicación del sí pero no mientras se ve con un camino vedado, unas manos que no asirán más las suyas, y su cuerpo _ya no blanco_ exprimido hasta lo que se pudo _o quiso_ el despiadado constipado. que tú sabes que das para más. pero ahora no te darás.

calada como la vemos. en blanco y negro. empapada nos mira y protesta en silencio con tres cuartos de su esqueleto dentro del agua. no entiende nada. y yo sé por qué.
resulta que ella venía viviendo en un rollo. colgada de la pared de la cocina. y le dijeron _eh, tú me servirías_ven que te rescato de tu condenada vida en blanco_
resulta que al principio se bañó en el mar salado dando libertad a su brazada. enjugó las lágrimas de lo reído entre todos. limpió los restos de un caducado del frigo. y siguió secando. a veces risas. cada vez más agrios. su blancura tornaba a lo absorbido. y cada vez más con los llantos de cebolla.
resulta que surgieron los cuchillos. en todas las esquinas guardaban uno.
resulta que acotaron su vuelo del comienzo pero le pesaba tanto el agua que cargaba que a nadie culpaba. ya no le dejaban ser cometa tal vez por no lo mucho que sabía alzándose al cielo. no interesaba que la vista de pájaro hablara _que nunca lo hizo_ pero los ladrones ya se sabe que por si sucediera mejor cortar las alas.
resulta que no se abrían los brazos. que los rostros hacían por no cruzarse. que el extractor no tiraba y comenzó la neblina. el aire espeso se hizo humo. y en lo apelmazado la solicitada dejó de serlo. buscaron otra del rollo y a la empapada _ya usada_ la dieron por olvidada.

las voces que ya no se oyen atronan en sus cabezas. quienes ya no hablan para los que sentaron en el sillón haciendo de psiquiatra huyen de los efectos y escozores de la terapia. no dicen porque de hacerlo habrían de oír sus adentros en voz alta y con ello asumirse miseria. y el mutismo oficial que descoloca al oyente sólo se explica desde la no superación de la desvergüenza del que calla. si no muestran los ojos porque cuentan demasiado como para decir palabra...

agarrada al borde de la poza nos pregunta qué fue de quien le empujó al nado.
tiene arrugas en los dedos por las horas invertidas. los músculos ateridos porque le dejaron sola en esas aguas. y lo que antes fue líquido se hizo movedizas. y nadie dijo nada por mucho que _como a nosotros desde la foto_ ella preguntara.

las compañías pueden ser temporales. no todo es eterno. lo mismo ocurre en las parejas. entras, eliges, pruebas, dejas, intentas, sales, te dejan. pero el usar no debería emplearse.
lo que sirve un tiempo luego deja de hacerlo del mismo modo. y el motivo existe. siempre.
y si no se dice la razón del nuevo estado se desecha lo que un día se escogió.
quien entró en la piscina contigo merece una explicación a tu viaje a la playa sin vuelta.

tanto tiempo sin tener noticias que la de hoy cayó como jarro de agua fría en su líquido hábitat hecho ya al cuerpo. y con su roja melena aún mojada reivindica satisfecha su condición.
demanda atención quien lo requiere y cuando entiende libertad y amor entre unos y otros. reclama hombros quien los presta. solicita oídos quien los cede. y pide minutos quien descuenta de los suyos para hacerlos del resto.
su barbilla tiembla sosteniendo lo incrédulo de la nueva.
absorbe _dicen sus pecas_ quien puede y recoge lo que le echan. consume _insisten sus agrupadas pestañas bañadas_ quien tiene enfrente alimento dulce o amargo, que no todo fue postre. bebe _hasta lo más lamentado_ quien quiere, que a eso no se obliga.
así que sí _dice su blanca piel en el agua quieta_ absorbí lo que necesité pero también lo que me lloraron. y si es ese el motivo para abandonar la tina donde nos bañábamos que no vuelva.
la de las pupilas desde abajo pide verdad en los ojos del otro. no quiere más esquivas miradas ni palabras huidas. la de los meses entregados ya no se siente más perdida.
la absorbente no es desechable como algún alma de un sólo uso desea que el resto crea...

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