viernes, 8 de enero de 2010

letras

participábamos en muchos. éramos parte de una manada que se dejaba llevar por la ola espumada que hacía por abrirse camino en alta mar. y allí donde nos convocaran llevábamos nuestras piezas y exponíamos nuestra intención y máximas ganas esperando regresar con menos vendibles a casa. y con más monedas _o papeles_ claro. de eso se trata el mercado al fin y al cabo.

una sorpresa para cada uno. la navidad no termina hasta que los reyes reparten su magia. y si algún zapato queda sin regalo no habrá probado del bocado por el que tanto teatro merece la pena. mientras haya algo junto al calzado se salvará al niño que adueña esa suela. ningún pequeño sin premio de oriente. ningún adulto. tampoco.

el entusiasmo no era buscado. realmente manaba de nuestra espera y preparábamos con ganas hasta el mínimo detalle del encuentro. cuando nos citaban para una feria o mercadillo no cesaban de brotar ideas. era más que una venta. era una actividad de encuentro, trabajo, intercambio, convivencia. toda una experiencia semejante a un campamento de día hasta sumar la semana. dos veces al año para un atómico iris. otras dos más la navideña para el destino más oculto. un mes completo con fines benéficos. quince días en una galería vestida de nómada. e improvisadas convocatorias en salones y casas varias.
era cuando las manos cosían como si no supieran de más. cuando los colores se rifaban los empaquetados más preparados. cuando era tan importante lo de dentro como lo de fuera. cuando el vecino te prestaba ideas. cuando compartíamos meriendas. cuando el frío se pasaba en comuna y contando ganancias. cuando el calor se superaba despidiendo vendidos. y lo mismo rifábamos un colgante que rotábamos vestidos. lo de unos lo aplaudía el resto. todo era subido al púlpito por currado y _por tanto_ bello.

los desparejados zapatos deben recibir sorpresa. sin excepción. todos.
la ilusión debe seguir latente por mucho adulto que nos invada al despertarnos. el niño que tenemos ha de amanecer una vez dentro de nuestro pijama. al menos una vez al año. la sexta mañana de enero.

aquel barroco tiempo de jóvenes diseños abarrotado de posibilidades y fechas quedó para el _dulce y brillante_ recuerdo. ahora son otras las cosas que nos cuelgan como adornos. las fuentes llenas y bodegones reventones caducaron de fecha y con la hambrienta era que nos rodea surgen intentos de flote con la creatividad _irremediablemente_ seca.
de entre todas las recientes ofertas de desesperada venta por rascarnos la roña de los bolsillos me quedo con el garage_sale a la ibérica. lo que no te vale a ti puede que a otro sirva _dicen_ y por poco dinero... como si hubiera para algo más que menos.
me sumé con burro, precios y el trastero a cuestas. y lo haré de nuevo. nos citan otros dos días y por mucho que lo busque no lo encuentro. no veo las carreras por dar con lo perfecto para el puesto. dónde están los colores y las horas contrarreloj. no veo coche alguno cargado hasta los topes de creatividad con envoltorio diseñado para la ocasión. no veo días previos de planes y hornadas de diseños. las circunstancias no acompañan a lo festivo de la venta de lo reunido. debe ser eso.
pero a pesar de lo diáfano del panorama en barbecho tengo una espina _de las grandes_ atravesando las ganas de mi cuello. me siento parte de lo gris que pudo ser pintado y lo habría sido de haber nacido en otra época.

dos zapatos no esperaban regalo y no se separaron de su par la noche anterior a la mañana regia. y para cada uno de ellos hace años de las fuertes la más gloria empuñó un manojo de sorpresas. en papel y con su rotundidad e irónica crudeza la reina de mi mesilla vino de oriente para ellos hace dos días.

soy consciente del barranco al que se asoma todo hipotecado con la que tenemos. la avalancha de impagos, despensas con eco y cifras en rojo viene de frente. lo sé y por eso entiendo que el que nada en la marejada que nos baña no presta atención a las prendas. ni a su rescate, ni a su diseño, ni a la ilusión con la que cosiera los sueños.
con menos grados que céntimos en la cuenta estamos llamando con cantos de sirenas a que consuman. sin preparativos de fiesta organizamos más el abrigo que lo ofrecido. y si no hay ilusión por parte del que vende cómo hacerla llegar al que buscamos que gaste...

la reina de mi mundo poeta hizo de su infinito invierno una mueca y lo tornó en danza. para sus noches más solteras se inventó la horca de su corbata coloreada y siguió rimando sin rima y con taco.
pero de la rocosa vida bebida _y fumada_ de mi gloria bendita también puede hacerse un buen jugo. de su dolor una risa. de su vacío una vela. de sus golpes _recibidos_ una puñeta. y con todo ello, aguja de máquina e hilo rojo cosí regalos como los de ruby_pr para que a nadie le faltara el niño en la mañana de reyes. así, con la sorpresa la sonrisa, y con ésta lo encendido por dentro que hará que les compremos lo que ellos quieran. y sin pensar en las letras que faltan por pagar y sí en las que nos enseñan desde lo mágico de la poeta enfundado en cubiertas negras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

otros tiempos....
cuesta volver a la ilusión que movia nuestro mundo.
a veces la olvidamos...a veces la recuperamos.
los demás que hagan lo que les de la gana....
gracias
m

larraitz con pompa dijo...

que nosotras _mi querida m_ la llevamos!