viernes, 5 de junio de 2009

mío

cierto que la última vez que toqué el cielo visité de nuevo un infierno. verdad que sangré porque no supe zurcirme a tiempo y distinguir mis demonios. dejé acostarse a mi lado a los lobos y entré cegada en lo negro de mis miedos. me atraganté.
pero aquel cielo... _justo antes de los aullidos_ aún lo recuerdo.
eterno.

cuando entras en la edad de no ser extraño en una barra tomando café. esos años en los que aprendes lo útil de los monederos _aún pequeños_ y ves a tus compañeras gastar _siempre es pronto_ en cigarrillos sueltos. entonces fue cuando supe que no era igual un café cortado que un descafeinado. tras varios intentos conecté la petición del segundo a mi saborear complacido. ese era el mío.

viajas descubriendo rincones ocultos. los disfrutas. son lo patronado. pero son las circunstancias del hombre las que convierten aquella inesperada esquina en el paraíso de tu vida. pero no es tu país. ni es lugar para vivir. no intentes hacerlo. estás. lo imprimes en tu gris. empapas cada poro de tu desnudo. y vuelves. sin mirar atrás.

se lechó _más que aguarse_ la fiesta. con la intolerancia lactea descubierta desterré el sobre descafeinado de las tazas de mis citas. y quien guste del café trampa de polvos sabrá lo que digo cuando afirmo que prepararlo en casa con los granos del bote no es lo mismo. así pues, hace tiempo que no satisfago como antes al cielo de mi paladar con mis amistades. no soy más la de aneta_bartos.

conté que tuve un árbol que decidió talarse. fue como caer en tromba. estamparse. ya está asumido. asumido. como ordenar un refresco en lugar del nescafé deseado. como decorar mi paisaje habiendo renunciado a aquel pueblo. como saber que no viviré de seguido en aquel cielo al que subí.
pero aún _a veces_ me cuestiono sin clemencia ¿es que se ha de morir para revivir el instante _sin eternidad promesa_ de aquel exquisito sorbo? ese era el mío. canela en rama. sobre con polvos.

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