sábado, 20 de junio de 2009

mandíbula

extraño es que en la zapatería no nos recuerden lo de la asimetría. un pie más grande. no sólo largo. igual que la mano. un ojo. un pecho.

cuando me robaron el reinado no presté atención al hueco de mi boca. otros más hondos me llenaban las horas y el lastimero pensamiento. pero ya dije que hace unas semanas puse remedio a la ausente muela y me ofrecieron otra opción. no más implantes. no para ti. dijeron.

al juego de volar partido por el canto de un espejo no vuelves de no tener un pequeño como espectador. la emoción de los dos pies al tiempo en el aire dibuja sonrisas en las pupilas del niño y nos colocan la capa del mago merlín. cuando crecemos ya no vemos la purpurina reboloteando el movimiento flotante. vemos el truco. quizá es la altura crecida la que nos enfada la mirada y no encendemos la risa de los ojos.

estaban por colocar la corona. a martillazos sobre el cincel. una semana antes atizaron también la pieza y retumbó mi cráneo. al día siguiente sólo hubo migraña. lo ocupó todo. era viernes y mi fin de semana quedó enterrado.

para ellos somos inalcanzables porque nos ven volar. pronto aprenden a dividirse por el escaparate y nos regalan las risas desde la nube a ras de suelo. y enrocamos el rol espectador y nos sentamos en el circo. el niño volador que estrecha o ensancha su cuerpo según ladeé su escaso metro.

con la hilera de dientes completa quisieron que rotara el juego de mi apertura. apretar los dientes y relajar. abrir la boca despacio y retornar. estudiaban mi calavera con el mismo movimiento de los esqueletos de plástico que ayudamos a reír con nuestras manos. analizaban la rotación. y no era perfecta.

cuando vemos al aprendiz _ya experto_ en el camelo del vuelo junto al espejo entendemos lo artificial del cuerpo alado. demasiado perfecto. más allá de los movimientos parejos. mismos tamaños. idénticas distancias. mentirosas simetrías que nos descolocan y rechazamos. ese no es nuestro niño. no lo reconocemos.

usarían de nuevo el martillo porque dieron con la razón donde nacían mis no días de migraña. o eso dijeron. mientras yo rotaba el juego de mi mandíbula. explicaron mi asimetría. como en la zapatería. me descubrieron mis noches luchando muelas. con desgaste. con su empuje. con mi desplazado hacia la derecha. con la tensión de más.

me coronaron como se hace con las princesas. me pusieron la pieza. pero hicieron algo más. me regalaron la promesa de un retorno a la falsa simetría de mi boca. al descanso de mi mandíbula. a la muerte de mis migrañas. al reinado donde volveré a flotar.
ojalá.

3 comentarios:

M. Villa dijo...

La simetría buscaba la perfección pero ésta perdió interés en favor de la singularidad. La falda descolgada por uno de los lados, un hombro descubierto, el cabello ocultando media cara como Verónica Lake, calcetines desparejados, una mano más larga para dar y mucho ojo. El corazón es asimétrico; la diferencia está en los latidos, los tuyos, por ejemplo.

larraitz con pompa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
larraitz con pompa dijo...

m. villa
k.o.
gracias seas quien seas

un sshhhecreto: nunca me gustó la simetría. en nada.

mis latidos suenan mejor tras leerte.
bienvenida la m.villa
y la falda más larga por un costado, uno de los hombros al aire, el semi_rostro, calcetines solteros, y tu mano dando mucho en tu comentario
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