lunes, 1 de diciembre de 2008

contención

no volverá más al paragüero del que fuera su barrio. no volverá a visitar al que le vio crecer al tiempo que él veía también como subía el modesto negocio hasta saltar de acera a un local más grande. por tres capuchones semejante estafa es una invitación a lanzar lo que le cubre a trozos al cubo y hacerse con uno nuevo por dos duros. pero el caso es que _de momento_ tiene el suyo. le basta con uno. y a mí me sobran todos los que tengo.
y es que en esta ciudad, en cada casa, para cada persona hay varios paraguas. si va a caer a diario olvidando lo que son las aceras secas y nos ocupamos de variar la vestimenta cómo no ampliar el abanico para frenar las aguas.

cuando me mudé de vida viajaron conmigo saltando en su quietud cerrada todos mis paraguas. sabían del destino empapado donde serían empadronados. lucirían sus estampas paseando con suerte a diario.
pues no.

lluvia sí que ha habido. toda la imaginable y aún más. toda la que en nuestras mentes no cabe. agua ha caído y sigue regando noche y día sin receso.
de madrugada el patio donde toma aire mi dormitorio resuena como una caja metálica en tambor improvisado. estoy acostumbrando mi oído a su mecer del modo que lo hice desde el principio con mi pequeña pompa y sus ronquidos.
el cielo descarga y las calles se alfombran poco más abajo de los dos metros de alto. estrellas coloreadas que corren esquivándose entre ellas y a lo que les salpica. varía el tapiz pero no lo que lo empapa. y así semana tras semana. colada tras colada.

las espadas desplegables que traje cuando vine a vivir bajo este cielo llorón me miran extrañadas. agrupadas en un rincón de mi habitación esperan con ojos de niño que no pasea el día de feria.
y qué les digo yo... si estoy tan atada como se sienten en su desuso. inutilidad en la comisura de su mango en sonrisa invertida. impotencia en la rutina de mis últimas horas.

llueven todos los océanos sobre los tejados. resbala en cataratas por las tejas. corre el río a braza por el desagüe. e inauguran pantanos nuevos en todas las vías.
como sobre mi frente. por mis cejas. por mi garganta en desarme. en todos mis días.
agua dulce desde arriba. salado mar desde mis adentros. llueve fuera. me mojo cada pliegue por dentro. lluvias. aguas. riegos a mares. caudales sin control... hay que buscar resguardo. necesitamos protección.

pero es todo ilusión. tan calados mis pies como secos mis ojos. tan regada la calzada como yerma de sonidos en queja mi garganta. veo el diluvio a mi alrededor y no puedo rescatar ningún par para el arca. inundan el calendario desde el cielo y no puedo señalar mi flote.

cómo lo harán allí arriba para soltar con tanta generosidad y alivio. cómo abrirán sus grifos.
mi colección de cubridores protesta porque no les estoy dando su uso. pero cómo decirles que lo que deseo con sed desértica es empaparme de lleno.
quiero salir y lograr que todo fluya. ducharme bajo las nubes para limpiar lo que quiere salir por mis lacrimales. gritar y mojarlo todo. beber mareas en libertad sin ahogarme. desde lo más hondo a través de mis ojos y boca. desde mi punto más lejano hasta la frontera con el aire que nos congela.

y la gente se queja. todo sucio por los ríos atravesando aceras. lo mojado no se seca y lo seco termina empapado. paraguas para cada cabeza. paraguas para cada lavadora terminada.
y por favor... agua para mí. sin cubrirme ni por dentro ni por fuera. agua desbordada. agua escapando de lo que le retiene dentro de mi pecho aplacado. agua no más estancada. agua libre abriendo paso a un caudal creciente a través de mi estrechada garganta.
_cuándo cerraría mi afluente_
mares para mí. con su sal desde mi par de ojos quebrados. mares con olas expulsando lo seco que siento bajo la piel. mares con ruido, con peces, con espumas, con vaivenes.
la inundación. la pleamar. el vaso tras la última gota. la no contención. para mí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda la blanca nieve de mi mundo para ti, agua milagrosa derretida cuando él la calienta. No me digas que no es una historia maravillosa. Amor imposible, pues no podrán coincidir nunca el bello frio helado con el potente amarillo abrazo.
¿Tú qué eliges, princesa?

larraitz con pompa dijo...

sí que coinciden! pero el amor hace que se transforme su estado. como ocurre a todo enamorado.
los mismos pero de diferente modo.
hace siglos fui hielo. ahora soy más calor.
GRACIAS POR TU REGALO DE NIEVE CONVERTIDA EN MILAGROSA ESENCIA