martes, 16 de marzo de 2010

silencios

ni analizar tanto ni sumar hasta hacer dunas. el consejo se lo tendieron de madrugada hace ya tiempo y lo prendió a su pecho para seguir escalando y no perder la cima desde la que rozaría más lo limpio que llevamos dentro.

algo que pueda alterar las capacidades sensitivas y motoras del individuo sin más razón que la de su propia obsesión no debe ser admitido. pero quien más y quien menos anda neurótico perdido en algún recorrido. alguna vez en la vida todos lo hemos sido.

recordando el bolo seco que mareaba en su boca cuando aún le troceaban la carne hizo por manejar la maraña que entre los dedos de pies y manos había ido enredando por pensar demasiado. el mundo se me hace bola _me dijo_ y no sé bien cómo pararlo...

los fotogramas que conforman un filme son acoplados a tal velocidad que ni notamos los brevísimos cortes y saltos. un parpadeo ocupa tan breve espacio del segundero que apenas perdemos información de lo expuesto. menos de 400 milisegundos no pueden llevarse mucho... o tal vez sí. quizá lo que vemos luego no sean más que apariencias y estemos formando una preconcebida historia sin incluir una fundamental parte silenciada al caer los párpados. es más, los músculos orbiculares encargados de ese cierre preparan a los ojos para apuntar hacia otro destino. y ahí _tal vez_ se extravía parte de información que conformaría verazmente el todo.

cruzaron a través de las provincias una extendida terapia psicoanalista. en un sentido y en otro. la autovía iba cargada aquel día de sugerencias y peticiones de socorro. el diván se hacía sillón médico para volver a ser el enfermo. y las obsesivas cuestiones se hicieron ruedas para alcanzar los kilómetros de separación entre sus mesas.

algo sucede. se nota algo extraño. el ambiente es otro. el aire ha cambiado sin haber siquiera perdido el hilo. o eso creemos.
sonreía y ahora calla. se alargaba en los textos que calaban y sus palabras son ahora parcas. la brisa se ha hecho tormenta sin crujido. el cielo tornó plomizo en un abrir y cerrar. y se encuentra haciendo memoria para recordar que acaba de parpadear y tal vez ahí radique el motivo del cambio de la faz que enfrente no reconoce como igual.

el amor amansa. el querer desanuda. los corazones trabajan por dar luz. las nanas colorean los rincones oscuros. la caricia seda. los oídos abrigan. las manos tendidas elevan. y percibir esa fortuna eriza.
en algún punto del trayecto dieron con la mina que enterró previamente una de las voces en bucle. desactivada su letalidad comenzó a soplar el aire acondicionado.
el temor humeó lo infundado. las peores predicciones no acertaron con los nubarrones descargando. y el ejercicio de los cebados pulmones comenzó a ordenar las neuróticas sinrazones.

las páginas no abiertas entre la mitad zurda y la diestra del rostro existen aunque no se lean. en patusibu nos muestran dos momentos, dos muecas, dos instantes en gesto conformando un individuo completo. sin fijar la atención demasiado podrían pasar por casados. pero los límites no se encuentran donde han de besarse. las arrugas van dispares. el color de la piel y la tensión del rictus varía de un lado al otro. y las dos mitades no dejan de serlo por mucho intento de parecer un continuo. y es en el centro _con las páginas que siegan sin ser expuestas_ donde la explicación se guarda. algo que podría detallarse con razón o en disparate. motivos justificados o en un absurdo acumulado son lo que llevan el gesto del lado conocido hasta el extraño. porque algo sucede _qué duda cabe_ entre un instante y el siguiente con los parpadeos cortando metraje al filme que visionamos. y aunque hagamos por no investigar y no alumbremos con el cegador foco cercándolo al tercer grado sabemos que existe la cizalla que algo guarda y tanto calla sirviendo _como si nada ocurriera_ acantilados mutismos.

aire para las branquias. agua para el desierto. sombra para la siesta. y almohada para el tormento.
sucedió. no preguntar es la opción. que entre pestañeo y cambio de tercio algo ocurrió. está claro. lo dicen los gestos divorciados en intento de enlace. para leerse la historia completa hace falta más que tiempo y suma de letras.
hay lecturas que no han de esperarse. son las que no detallarán por más que pase. incógnitas sin desvelarse. saltos y giros a los que no se les da motivo. y es el aire, el agua, la sombra, la almohada y el amor sin miras los que cuadran las dos mitades cosiendo las comisuras para devolvernos la cara que se echaba en falta. por más silencios daga que haya.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La bola de la vida.gracias lucecita.m

larraitz con pompa dijo...

m_pequeña_preciosa
desanudamos lo que se empeñe en hacerse lío. sabemos masticar.
todo pasa.
tu contraseña ¿?¿? pues eso
ya lo eres