domingo, 18 de enero de 2009

razones

no todo tiene una explicación. quizá tengan razón. yo pensaba lo contrario hace siglos. y _para qué engañarme_ hace nada.
pero quizá sí todo tenga una razón. puede que sea la explicación. yo no lo pensaba hace tiempo. y _seré sincera_ recién lo he descubierto.

confesé muchos post atrás mi afición amorosa _y tan incómoda como incomprendida_ de guardar trozos de vida encerrada en pequeños objetos a modo de gestos. son los restos de lo pasado. son la memoria de lo que hubo entre mis latidos. todos sumados. bien guardados. y sin _aparente_ explicación.

cuando los días eran eternos y por las noches tocaba dormir y dormir, cuando los veranos se llamaban veraneos y los fines de semana se estiraban como chicles bam_bam... entonces teníamos tiempo para todo. tiempo incluso para una misión encomendada por nuestro abuelo.
lo recordé _una vez más_ la otra noche volviendo por unas aceras invadidas por andamios. entre dos coches, en pleno charco, mis ojos clavados. tuve que retener mi cuerpo que quiso agacharse en movimiento aprendido. desde chica. como mis primos y hermanos. tuerca que veía al bolsillo que iba. y así arandelas sin pareja. clavos o puntas sin óxido. piezas de goma que no sabíamos a qué correspondían. hijos de ferretería perdidos en plena calle a la espera de los nietos de un abuelo que se dedicaba a arreglar nuestros mundos.
me enternece recordar la inocencia de los niños que durante años recolectaron artilugios _en su mayoría inútiles_ que entregaban a su "arreglador" sintiendo en su interior los deberes cumplidos. imaginando formarían parte de la salvación de algún aparato, de misteriosas radios donde se escuchaba a extranjeros. servían de ayuda a un mayor. eran sus pequeños soldados.

tras vivir en muy diferentes habitaciones y casas _donde no cabía mucha opción de cambio sobre lo presentado_ me hice experta en la adaptación de los muebles de un lugar para el nuevo, me licencié en el reciclaje desde el contenedor hasta lo más importante de la estancia o tras el zafarrancho de limpia de lo viejo de una vivienda. veo un elemento. me detengo. analizo las necesidades y todas las posibilidades que promete lo que me encuentro. lo recojo y me lo llevo. el uso de lo adoptado en acogida no es instantáneo _y eso es lo que no comparten conmigo_ y son muchas las veces en que las cosas duermen largo tiempo bajo techo hasta que les despierte para darles uso. no son tuercas ni alcayatas. lo que recojo son algo más que bisagras. una puerta. la caja donde guardábamos los lazos. un tablón. la banqueta de ordeñar vacas. un baúl de nuestra infancia. y otro abandonado en la calle. un empapelado en terciopelo. una lata. un latón.

después de negarme en muchos puestos y ceder mi silla en alguno que otro reconozco que quizá tengan razón.
después de que las citas siempre se trunquen sin llegar a serlo y de que las que fueron ya formen nebulosa de un recuerdo puede que empiece a entenderlo.
no todo tiene explicación.
después de que me dejaran en el suelo almacenando cajas y más cajas de vísceras que ya no latían. después de correr al auxilio de quien me necesitaba y viceversa. después de enrolarme en una guerra _sola en el frente_ sin fuerza para sostener el arma. después de todo. quizá. puede que sí.

puede que mi abuelo materno nunca diera uso a los tesoros que en nuestras diminutas manos rescatábamos del olvido. quién sabe. puede que sí.
es posible que alguno de mis conservados trastos no encuentren vida entre mis días _bien sea pronto o tarde_ y aún más probable que nadie comparta mi almacenaje. quién sabe. puede que sí.

desconozco lo que aquel arreglatodo por afición gozó con alguno de nuestros hallazgos al encontrarles utilidad en alguna de las cosas que sus mañosas manos daban vida.
sé lo que a mí me ocurre. lo que me recorre por las tripas cuando me veo ante un interrogante por solucionar. cuando se me presenta un problema y me paro sabiendo que en algún lado de mi archivado trasterío está la respuesta. pienso. cierro los ojos. y de pronto recuerdo dónde está la solución a lo que se me presenta.
sé lo que siento cuando doy con la acción resolutiva. lo que me sube por las venas cuando veo que retornan de su letargo y aprenden a ser otros. ése es el verdadero orden de una casa.
sé lo que me provoca en la sonrisa. en el recuerdo del día del rescate. en la marcha atrás de mi memoria reviviendo aquella mañana de aquel mes de hace tanto.

me dijeron este verano que dejara de dar vueltas a la arena. que no todo tenía un porqué. y me paré.
entonces todavía estaba la razón en pleno rodaje. aún estaban las piezas buscando su lugar y su nuevo sentido. todavía estaba mi vida y su motivo actual sin vestido.

ahora lo sé. entiendo.
veo que no hay explicación a los actos. pero quizá sí razón a lo hecho.
en un puzzle grande donde aunque sea tras muchos años aparecen las piezas. y parece que va tomando todo forma _hasta que de nuevo se deforme_ y entendemos el porqué de lo que no traía explicaciones. comprendemos por fin la razón del encaje de las partes del patrón del nuevo traje.

en breve tiempo. en meses otra razón en mi habitación. como lo presenta elisabeth dunker _en fine little day_ un árbol crecerá junto a mi cama para darme la calma que me vigile.
porque no tenía para su siembra pero hace dos días tres números me lo recordaron. tendrás tu árbol. claro que sí. sin más explicación. porque me hace feliz. o es que hacen falta más razones?

2 comentarios:

Julia dijo...

Hace tiempo me negué a admitir explicaciones de nada y renegué de que todo tuviera una razón lógica.
No se puede explicar el porque se arranca el sol a las mañanas ni se puede razonar el porqué te roban la luz de las estrellas en la noche.
Me niego a que me razonen el porqué de una manos vacías y no admito explicaciones que simplemente me digan que porque así tenía que suceder.
Yo también recojo todo aquello que pueda serme útil para recomponerme pero, sé que todo aquello que recojo no encaja para componer mi descompuesta y perdida composición.
Soy una mitad y jamás podré encontrar todas las piezas que puedan conformar lo que perdí, por lo que seguiré siendo una mitad.
No, hay cosas que no tienen explicación y tampoco admiten un razonamiento lógico porque, nada tiene esa lógica que sea capaz de adormecer los sentimientos, cuando los sentimientos no admiten ni lógicas ni razones.
Gracias por tus escritos.

Julia.

larraitz con pompa dijo...

querida julia. tu camino y el mío confluyen en la no explicación a pesar de llegar a ello por diversas convicciones. tú necesitabas negar que dieran razones a lo que para ti no tenía. yo desisto ante la búsqueda muchas veces inútil de tanta explicación.

no te conozco pero a pesar de ello me duele leer que te sientes mitad y sin partes. de sobra sé a lo que te refieres. pero apuesto a que vales infinitas veces más que esa mitad que crees ser. eres más que los trozos que sientes que faltan. por ti misma vales un todo. y lo que nos resta _que quiza perdimos_ sería un añadido. maravilloso, si, pero añadido. no más. que tú por ti ya eres un todo, insisto. y no busques razones ni explicaciones a las ausencias en tus formas. deja que corran como lo pretendiste hace muchos años.

GRACIAS POR LEER LAS POMPAS
GRACIAS POR COMENTARLAS
GRACIAS POR VENIR Y ESTAR