jueves, 16 de diciembre de 2010

conducta

la fecha señala que se repetirá la cita. hace 21 años. y la madurez nunca se hace adulta. la niña convoca. y durante un breve tiempo se deja el reducto que cada uno erigió desde entonces para acudir donde se le cita.

hay lugares en lo interno tatuados. son espacios sin metros cuadrados definidos por planos. son los sitios donde viajamos sin siquiera sacar billete. y siendo privados _por no ser para el resto libres_ tienen su recorrido, su clave, su contraseña.
de todos los capítulos del libro que redactamos a puño y meta hay párrafos que los borró la astuta memoria. la selección natural que mata lo que hará que sangremos más de la cuenta. hay, por el contrario, otras partes de lo que nos cuenta que se repite aunque no fuera a priori importante. fragmentos del texto que escribimos un día y sin entender hoy la razón reaparecen con fuerza cuando menos te lo esperas. y nos llevan.
me ocurre igual con algunos sueños. la recurrencia de los vivido dormida traspasa años, retomando situaciones paseadas desde que era niña y dormía. sueños con aspecto inconexo que vuelven a vivirse con todo su peso.
si las neuronas rebuscan en sus guardados y los recuperan de lo empolvado será que el sentido existe aunque a mí me despiste. bien despiertos o entre zetas, las que deciden son las cabezas.

el camino que lleva a la niña no es una evidente senda y cuenta con santa y seña. tan sólo a veces se abre en la urbe y con el frío hecho hueso deshiela la acera de casa a la ofrenda. terminado el oficio cada interior a su cubículo. unos por mar, otros en metro. unos despacio, otros en vuelo. y una vez todos en su aprendido nido se mapea el día diluyéndose en los 365.

hay una tarde con noche y mañana en un pueblo de provincias. hay dos guitarras, un sofá, cerveza fea, doradas zapatillas, abrazos, y ensalada con tortilla. de cuando en cuando regreso a ese rincón clandestino de amistad notariada y besos furtivos con la batería improvisada.
el motivo de aparecer en aquel sitio de nuevo sin subirme en la furgoneta blanca no lo conozco. se me hace extraño sostener de nuevo aquella cámara de vídeo capturando para el futuro lo que fue presente y ahora debería ser pasado sin saber bien dónde situarlo. puede que la escapada tenga mucho de encuentro con imposibles y haga de memorándum de lo que existe ahí al lado.

la ruta que me enlaza con la que hoy nos cita está formada por piezas distintas. ensamblados semicilindros _como los de live_internet_ de colores, cromos y risas hacen de nuestro camino al encuentro un conducto abierto a la luz y a la brisa. la tubería que nos une es una bajante con pendientes _porque insistió ella_ que hace de los días el juego que sobre un trozo de moqueta roja nos inventamos en su momento.
lo que siento en cada codo del trayecto sube o baja según los latidos. porque, salvo días señalados donde me salgo del tubo para fluir todos juntos, desde que buscó su sitio mis noches y días son de caudal variable.
mis venas y vías hasta sus días conmigo son un recorrido conducto en conducta recurrida. que aparece e insiste en detalles diminutos o importantes pero siempre de niñas.

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