me han dado a beber oro frío en botella de vino. dulce y muy rico. a mí me gusta... no sé si es bueno.
con el café me pasa lo mismo. me niego al alcohol igual que a la cafetera. no me gusta el sabor. me han dicho si estaré mal hecha.
conozco quien no bebé café y le gustaría hacerlo para no pensar en las citas de media mañana y pedir lo de los demás. escogería _de poder_ apreciar el líquido oscuro y beber el escondido placer. el ritual de quedamos para un café no es para él. y bien lo querría.
yo envidio las copas en la cena. copas de vino pintando tinto medio llenas. y escoger una botella cuando viene el mesero. y brindar sin desmarcarme con un vaso de refresco.
en mi casa no había cafetera. si acaso de émbolo. y las tazas eran para la leche fría de mis noches sedientas. faltaban también copas. que sí las había pero eran pocas. con decir que de los vinos escojo el blanco _mejor el dulce_ y de los cafés el descafeinado _y de sobre_ lo he dicho todo.
decidí hace no mucho tiempo hacerme con un juego de copas para invitar a todo brindis a sonar en mi casa. y pronto iré a por las tazas. sólo falta que aparezcan las que me convenzan.
en la red mil diseños. los hay que comprometen o simplemente anillan. hay otros apilados. iluminan y no aceptan ser servidos pero también me sirven. alguno para pegar un tiro al tiempo que dura lo bebido. incluso los hacen con instrucciones. recorte a su gusto o busque el color que más le convenga. y mientras escojo entre tantas tazas se me enfría el café y no me lo tomo.
no hay nada que hacer. mis ganas de ritual no pueden forzar a mi paladar. ya veo el final. la alacena repleta de copas esperando a servir servidas entre platos escogidos uno a uno y con mimo sumo. y las tazas?
quien me ha servido el vino dulce dorado de esta tarde lo dice. el vino bueno es el que te gusta. con el café _y con las tazas_ pasa lo mismo.